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Nuestra lactancia materna, feliz y duradera: Cómo logramos el destete nocturno

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En el camino de la lactancia materna, sobre todo para las mamás que nos planteamos una lactancia duradera, el destete nocturno es uno de los puntos de inflexión. Puede marcar el comienzo de una nueva etapa de cambio de rutinas, menos demanda por parte del peque o incluso el inicio del destete definitivo.

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Llevo, iba a decir a mis espaldas, pero mejor digo en mis pechos, más de 50 meses de lactancia entre dos hijos. Con la pequeña hemos batido el record, si al mayor lo desteté -primera persona del singular, porque fue decisión mía- de manera definitiva a los 19 meses, la pequeña no tiene plazo límite, aunque cada vez siento que está más cerca.

¿Cuáles son los motivos para el destete nocturno?

El destete nocturno puede producirse por varios motivos:

  • Que el niño no demande teta: sí, los hay que, milagrosa y afortunadamente, dejan de pedir teta por la noche. Es el mejor destete porque lo habrá elegido él.
  • Que la mamá quiera descansar mejor: hay peques muy demandantes, especialmente por las noches, o que solo se duermen al pecho, cuya dependencia lleva a que las madres se planteen el destete nocturno. Aunque destetar no significa que el peque duerma del tirón o se duerma solo, pues no hay que olvidar que el sueño es un proceso madurativo y que no hay único factor que influya.
  • Que se quiera iniciar el destete definitivo: hay mamás que comienzan quitando las tomas diurnas y dejando solo las nocturnas o, por el contrario, que comienzan quitando las tomas nocturnas por ser las más que causan mayor dependencia o incomodidad.

Sea cual sea nuestro motivo, debemos iniciarlo con paciencia, teniendo en cuenta que lo normal es que no se logre de un dia para otro, sino progresivamente. Poco a poco, ya que algo que ha venido disfrutando toda su vida -por corta que sea, pero la teta es lo que ha conocido desde que nació- no se lo podemos negar de golpe.

¿Por qué decidí hacer el destete nocturno?

En mi caso, es un primer paso hacia el destete definitivo. No es que quiera destetar ya, pero cierto es que tampoco quiero prolongarlo mucho más, siento que para mi ya ha llegado el momento.

Aunque se que para mi hija no, porque no solo le encanta la teta, sino que cada día que pasa, crece, habla y tiene mayor conocimiento de las cosas, más teta quiere. Así que antes de que llegue el momento en el que me sea incómodo darle el pecho y no quiera seguir dándole, prefiero ir espaciando las tomas, de manera que vada vez vaya mamando menos y el destete definitivo sea gradual. Sin forzar, poco a poco.

Y lo cierto es que nos ha ido muy bien. Ya no recuerdo cuándo pero así a ojo creo que fue en noviembre-diciembre cuando me planteé dejar la teta nocturna, y a día de hoy llevamos varios meses de noches sin teta, duermiendo a placer y del tirón.

No pretendo dar envidia a nadie, lo cierto es que mis niños han sido buenos dormilones pero mientras ha habido teta, ha habido despertares nocturnos. Y servidora ya tenía ganas de dormir sin interrupciones, o al menos intentarlo.

Cómo logramos el destete nocturno

Mi primera medida fue la regla de oro del destete respetuoso:no ofrecer, no negar. O sea, hacerme la despistada, hablando claramente. Si tenía por costumbre tirar de teta para que la niña cayera inconsciente sobre la marcha, cosa que tiene su punto de comodidad, pasé a intentar que la niña se durmiera sola y, si no me pedía teta, yo no se la ofrecía.

Esto no fue de un día para otro, obviamente. A veces ella sola se iba relajando y otras inevitablemente me pedía, y yo le daba. Pero había noches que pedía insistentemente y veía que al final entrábamos de nuevo en el bucle, y eso no facilitaría mi propósito. Así que un día que me pidió teta para dormir le dije que la teta estaba ya dormida, que ya era de noche y por la noche ya no se tomaba teta. Me miró con cara rara, lloriqueó unos minutos, se arrebujó a mi lado en el sofá, yo la cogí de la mano, le di un beso de buenas noches y poco a poco se dejó dormir.

Vale, no era no ofrecer, no negar, porque sí se lo estaba negando, pero con cariño y explicándole la situación. Que, de haber llorado de verdad, con insistencia, con ganas y con pena, se la hubiera dado, no la hubiera dejado llorar hasta cansarse. No podría haberlo hecho. Pero me lo puso fácil, como casi todo hasta ahora.

Para cuando despertaba por la noche utilicé la técnica de la marmota -cuidao con lo que me acabo de inventar-, o sea, hacerme la dormida. Hasta ese momento, cada vez que se despertaba le enchufaba la teta porque, antes mamaba, antes se dormía, y antes volvía dormir yo. Pero una noche decidí hacerme la dormida, sin moverme, como que no la escuchaba, a ver qué pasaba... la oí susurrar "mamá, tetaaaa" varias veces, y de repente sentí como se pegaba a mi y se volvía a dormir. Fue así durante varias noches seguidas, hasta que ha dejado de despertarse.

Desde entonces ambas dormimos la noche entera a placer, y si me despierto, no es por ella.

Sí, lo se, soy mala persona por decir que mi hija pierde la conciencia cuando se duerme y no la recupera hasta que se despierta por la mañana. Pero tampoco os voy a mentir. Hay noches que sí se despierta, son las menos, a veces me llama porque imagino que no me notará cerca y se quiere asegurar que estoy allí, la acaricio, se vuelve a acostar y se duerme rápidamente. Si se despierta durante la noches lo hace como cualquier persona, pues yo también me despierto tras un sueño, por frío, o por ningún motivo en concreto, es algo totalmente normal.

Así que llevamos ya varios meses en los que la teta nocturna pasó a mejor vida. Ahora tengo en el horizonte el destete definitivo, que no se cuándo llegará, pero de manera respetuosa, vamos haciendo menos tomas. Si no estoy en casa ella no pide, pero si estoy todo el día con ella parece un bebé recién nacido mamando a demanda.

Y es que, como ella mismo dice, "la teta sabe ricaaaa".

Yo no le ofrezco, si ella me pide intento distraerla de alguna manera, y si no le consigo entonces le digo "vale, te doy teta pero poquito" y a ella se le ilumina la cara, como si le hubiera tocado un regalo. Mama unos segundos, un chupetoncito rápido, eso sí, cuando suelta una dice "ahora la ota", tiene que tomar un chupito de cada una. Hay veces que ya me hace la rosca viendo una negativa, me pone ojitos y me dice "¿mamá, me das teta, un poquito?" haciendo el gesto con la mano, simulando un huequecito con sus deditos pulgar en índice, "mamá, poquitooooo, poquitooooo", y ahí no me puedo resistir.

¿Cuando llegará el destete definitivo?. 

Pues no lo se. De momento, aunque confieso que ya no me apetece tanto como antes mantener la lactancia materna, tampoco se la quiero quitar. Porque en el fondo me sigue encantando que el alimento favorito de mi niña sea mi leche. Me sigue encantando su mirada desde la teta. Me sigue encantando nuestro momento, por breve que sea. Y se que cuando se acabé, se acabó, ya no habrá vuelta atrás.

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Lo cierto es que, aunque nunca me he impuesto plazos ni metas, nunca creí que llegaríamos tan lejos. Mi hija me ha brindado la oportunidad de disfrutar una lactancia maravillosa, y aún sigo pensando que en estos pequeños momentos recupero al bebé que era.

Espero que mi experiencia os ayude, y si tenéis alguna duda, estaré encantada de ayudaros en lo que pueda.

Juguetes sexuales en el postparto: cuida tu suelo pélvico

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Si hay una parte del cuerpo que de verdad se resiente tras el embarzo y el parto, es el suelo pélvico. Una parte del cuerpo a la que no prestamos la atención necesaria y a la que no damos la importancia que tiene. Una parte del cuerpo que, tras el embarazo, puede condicionar nuestra vida.

El suelo pélvico sufre durante el embarazo y el parto: en el embarazo, sobre todo al final, soporta todo el peso de nuestra barriga, la presión de la cabeza del bebé cuando se coloca en cefálica listo para nacer, además de la distensión del periné en el momento del expulsivo. A consecuencia de ello se debilita su musculatura y ligamentos, pudiendo afectar al control de esfínteres o incluso provocarprolapso uterino o de la vejiga.

Por eso es importantísimo cuidar de esta parte tan olvidada a lo largo del embarazo.

Recuerdo en ambos cursos de educación maternal, en mis dos embarazos, cómo matrono en el primero y matrona en el segundo nos insistían en la importancia de ejercitar la musculatura pélvica para fortalecerla no solo de cara al parto, sino para evitar posibles secuelas tras él, y nos enseñaron a hacer los conocidos Ejercicios de Kegel. Ejercicios que, confieso, hacía cuando me acordaba, y en los que no ponía todo el interés que merecían.

Error. No debí menospreciar la importancia de tan discreta parte corporal.

Recuerdo especialmente cómo la matrona, ya en mi segundo embarazo, nos enseñó dos tipos bolas chinas para recuperar el tono muscular del suelo pélvico tras el parto. Y yo, que ya había parido una vez, pensaba que las ganas que yo tenía de meterme unas bolitas por el chisme tras parir, eran de pocas a ninguna.

Pero ahora, años después, me arrepiento. Porque sí, soy de las que si voy caminando por la calle y estornudo, tengo que cruzar las piernas para que no se me escape el chorrillo. Sí, imaginadme en plena calle, con estornudos de repetición - porque soy una metralleta, yo no se estornudar una vez, si estornudo, estornudo mínimo 5 veces seguidas- con postura cual Lina Morgan y casi rezando para no mearme encima. Vergonzoso, de verdad.

Por eso me he propuesto intentar poner remedio, porque digo yo que nunca es tarde, y mejor hacerlo ahora que dentro de 20 años, cuando lo que eran pequeñas fugas se convierta en una verdadera incontinencia urinaria que afecte a mi vida.

Porque se lo que es vivir con una parte del cuerpo delicada afectada, ya que tras el parto de Antía, y gracias al estreñimiento que sufrí con las hemorroides en el primer postparto y al final del segundo embarazo, sufro unrectocele que me está haciendo bastante la puñeta.

Por eso no hay que tener miedo a recuperar nuestra sexualidad tras el parto. Porque el sexo nos ayuda a mantener la musculatura a tono, a recuperarnos física y anímicamente, a recuperar nuestra vida. Yo lo tuve, me costó mucho recuperar la vida sexual tras el parto por el miedo al dolor, a que me hiciera daño. Y me arrepiento.

Una buena manera de recuperar la vida sexual tras el parto y ayudar a nuestro suelo pélvico a recuperar su tono, es el uso de juguetes sexuales. Porque, como bien recomendaba mi matrona de confianza, las bolas chinas, además de aumentar el placer sexual, son un excelente ejercicio para la fortalecer la musculatura de nuestro suelo pélvico y recuperar la elasticidad de la vagina. Usarlas en el postparto nos ayudará además a recuperar la sensibilidad, nuestra confianza y volver a la naturalidad cuanto antes en lo que a nuestra vida sexual se refiere.

Como os decía arriba, la matrona nos enseñó dos tipos: unas tradicionales, como las que todos conocemos, y otras que a la vista eran similares a un tampón, tres piezas de diferente tamaño y peso que se usaban de manera individual, empezando por las de menos peso.

No soy una gran entendida en juguetes sexuales pero estas bolas chinasLelo Luna Beads me parecen la conjunción perfecta de ambos modelos: porque en apariencia son como las tradicionales, pero son bolas de diferente peso que se pueden usar unidas, o bien por separado, según el tono de nuestra musculatura pélvica. De esta manera ejercitamos poco a poco sin forzar ni poner más peso del que el periné puede soportar.


Están fabricadas en silicona, que ayuda a mantener la flora vaginal. Son de fácil limpieza y secado, algo sumamente importante ya que las bacterias proliferan con falicidad y no es cuestión de provocar  una infección sin necesidad, además de que la humedad puede estropearlas, por lo que es fundamental que se puedan mantener limpias, secas y protegidas con unos cuidados sencillos.

Para mi el uso del lubricante fue primordial a la hora de recuperar la vida sexual tras el parto ya que sufrí de muchísima sequedad vaginal y las relaciones resultaran dolorosas. Si váis a usar bolas chinas, el lubricante es su pareja indiscutible, ya que si no podríais haceros daño al introducirlas en la vagina, y es lo último que necesitamos.

Lo más importante es que no tengáis miedo a recuperar la sexualidad tras el parto, porque cuanto más tardéis, mas os costará recuperar la confianza, las ganas, y más molesto os resultará. Puede que al principio os resulte difícil y hasta incómodo pero no se trata de disfrutar una maratón sexual salvaje, sino de volver a conoceros poco a poco, con tacto y con cariño, hasta donde se pueda.

Y de verdad, no descuideis vuestro suelo pélvico, es muy sencillo mantenerlo a tono y a la larga lo agradeceréis. Las consecuencias de no hacerlo son mucho peores, y puestos a dejarnos el dinero, mejor en un juguetito que nos haga disfrutar, que en compresas para retener la orina, ¿no creéis?.

Yo, desde hoy, me hago el firme propósito de cuidarme un poco más también por dentro. Ya os diré si lo consigo, pero por mi saludo y bienestar, lo intentaré.


*post patrocinado

Mi princesa se independiza: bye bye colecho full night

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Que mi niña es una dormilona es un hecho irrefutable. Desde que nació es quedarse dormida y caer casi inconsciente, tanto que es el único bebé que conozco que se ha hecho el remolón cuando se supone que no tiene capacidad para hacerlo.

Mi niña es de las que la vas a despertar y se niega a abrir los ojos, sigue durmiendo, se hace la dormida y ahora que habla hasta te dice "no quero depertá". Por las mañanas casi hace falta una grúa para levantarla, y en las siestas también remolonea a gusto, que si la dejo dormiría a pata suelta toda la tarde.

El caso es que hasta ahora dormíamos juntas en la cama, me encanta sentirla cerquita mía, verla dormir a placer en medio de la noche y despertarme a su lado. Además con la lactancia materna el colecho me ha resultado lo más práctico para que las tomas nocturnas fueran compatibles con mi descanso.

Pero ahora que ya no hay teteo nocturno, viendo que dormía toda la noche del tirón y que tiene una habitación preciosa a la que sólo entes a coger sus juguetes, pensé en probar pasarla a su cama a ver qué tal. Y así, de paso, Papá podía volver a dormir en su cama el pobrecito.

La primera noche se despertó un par de horas después de acostarla, vio que no estaba en la cama de mamá, se debió extrañar, y me costó bastante que se volviera a dormir. Eso fue la noche del pasado domingo a lunes. La noche siguiente se despertó a eso de las 5 de la madrugada, me levanté, me acosté con ella y cuando se durmió volví a mi cama. La siguiente noche no se despertó hasta el día siguiente. Y así hasta hoy.

Estoy orgullosa de mi niña, ha aceptado muy bien el cambio y han pasado de no querer dormir sola a decir que duerme en su cama bonita porque ya es mayor.

Mi princesa, qué rápido está creciendo.

Yo, sin embargo, duermo menos. Debo acostumbrarme a la nueva situación. La hecho mucho de menos, escuchar su respiración, notar cómo se acerva a mi, despertarme junto a ella. Estoy intranquila, duermo alerta por si se despierta o me llama, pienso si estará bien, si tendrá frío, fiebre, si respira. A mi lado la tenía controlada y a la mínima tos o roce de su piel caliente sabía cómo estaba.

Lo ha aceptado bien así que ha sido buena decisión, aunque mi cama está abierta para cuando quiera compartirla conmigo. Espero que haya noches en la que se cuele entre las sábanas para buscar mi refugio.

Ahora le toca a Iván, que con casi 6 años no quiere dormir solo. Ahora que ve a su hermana dormir sola se está haciendo el valiente y, como necesita compañía porque no soporta la soledad, ha decidido que quiere dormir con ella.

Y asi estamos intentando que sea. Como la cama mide 2 metros de largo acostamos a cada uno en un extremo, duermen juntos en la misma cama pero no se tocan.

Me encanta verlos cada uno en una postura imposible.

A Iván le está costando más, si se despierta de noche no es consciente de que su hermana está con él y huye en busca de papá. Con él nos quedan más incursiones nocturnas pero tampoco me importa, no voy q forzarlo.

Pero sí, después de casi 6 años, parece que el colecho full night es cosa del pasado, que cada uno vamos retomando nuestro hueco sueñeril y que las noches de "cuatro en la cama" serán sólo de vez en cuando.

Es lo que tiene la maternidad, como en la vida, se cierran una etapa para dar paso a otra.

Qué hace una bloquera como yo en un sitio como este

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Me reconozco una bloguera de provincias. Una lleva ya varios años en esta blogosfera, la maternal, esa que cuando empecé no existía, por lo que soy lo que se viene a llamar unadinoblogosauria. Y mira que 6 años y medio tampoco es gran cosa, pero si contamos que la blogosfera maternal es joven... Pues eso, soy una viejuna.

¿Qué tiene que ver la edad blogueril con ser de provincias?. Pues bien. En mi andanza bloguera, cuando todavía no proliferaban este tipo de blogs y no existía plataformas como Madresfera, cuando no usábamos Facebook y Twitter (que si pincháis podéis seguirme -unos minutos de autopublicidad-) para compartir nuestra maternidad, cuando éramos pocas y muchas no sabíamos de la existencia de otras blogueras... Por entonces, cuando mi blog cumplía un añito y yo era recién mamá, comencé a recibir emails de marcas y empresas, algún que otro regalito para mi bebé, invitaciones a eventos, nada nuevo en estos días.

Pero por entonces para mi sí, y supongo que para las blogueras que ya lo éramos en aquel momento, era toda una novedad. ¿Quién soy yo para que me tengan tan en cuenta?.

Pues como a nadie le amarga un dulce, en aquella época en la que te enviaban un regalo sin pedir nada a cambio una los aceptaba encantada, tanto que lo primero que me salía era hacer una entrada de agradecimiento.

Pero las invitaciones a eventos eran harina de otro costal. Sí, mola mucho que me invites pero vivo a 600km, me cae un poco lejos. Esa era mi respuesta, y me quedaba en mi casa con las ganas.

Proliferaron los blogs maternales, los emails de marcas y empresas, los eventos e invitaciones. Y yo, que además de vivir atomarporculo de lejos trabajaba de lunes a sábado, pues en casita me quedaba. Así que iba leyendo en otros blogs lo guay que eran muchos eventos.

Pero ya lo que más envidia me empezó a dar fue ver las quedadas blogueras, que eso sí que mola, poner caras y compartir un ratito más allá de las pantallas. Envidiaca de la mala.

Llegó un momento en el que di tan por hecho que vivía atomarporculoymáslejos que ni me planteaba un evento que no fuera, como mucho, en Sevilla. Y para colmo, después de tantas negativas, las invitaciones a eventos comienzan a bajar. Sí, la realidad me golpeó: ser de provincias y vivir en una esquina del mapa no fomenta la socialización blogueril in person.

Pero todo cambió el año pasado. Empezó a hablarse de un 8J, que si evento madresférico, que si 300 blogueras, que si va a ser la leche, y mientras yo rumiaba mi coraje (coraje= joderquérabiameda) de repente se me encendió la bombillita...


Y pensé...

...¿Y por qué no?

Me dije: "Anda ya, ¿el único motivo para no ir es que no vivo en Madrid? pues si hay que ir, se va", conversación entre yo misma y mis pensamientos, cambié el chip y al momento estaba pensando en billetes de tren y hotel. Que una vez al año no hace nada. Que o me muevo, o me quedo en casa muerta del asco.

Y así fue como me planté en el I Encuentro de Madres Blogueras con Madresfera y YoDona.

A partir de ahí me he vuelto una adicta a los eventos. Sigo perdiéndome muchas cosas, porque no se puede ir a todo, pero, bien por el blog o bien por mi tienda, he descubierto que dejarme ver por aquellos eventos que considero merecen la pena es una experiencia muy, muy positiva.

Gracias a acudir a estos eventos he conseguido poner cara a todas esas blogueras con las que comparto conversaciones a diario en las redes sociales y blogs, conocer a nuevas blogueras con las que nunca había coincidido, conocer a las personas que están detrás de las marcas y sus emails... Ampliar mi círculo social, hacer nuevas amistades y vivir nuevas experiencias enriquecedoras.

Así fue como me planté en Puericultura Madrid, en Bloggers and Family, en la Feria Bebés y Mamás (donde fui como ponente, todo un lujo), en el evento de Micropapis de Micropolix (donde di un taller de porteo), hace escasos días al Madresfera Blogger's Day y en apenas unos días a la Party de Malasmadres.

En solo un año mi vida como bloguera, como madre 2.0, ha cambiado muchísimo. Recuerdo como el año pasado, en el 8J, me encontraba como pez fuera del agua, conocía a muy poca gente y lo típico, siglos hablando con alguien vía blog o redes sociales para que luego te vergüenza entablar una conversación cara a cara. Tanta gente, tan poco tiempo, fue abrumador. Pero fue un primer paso.

A partir de ahí los eventos fueron más pequeños, con menor afluencia de blogueras pero mayor facilidad para interactuar, una estupenda oportunidad de poder conocer y entablar conversación con otras blogueras con tranquilidad, sin nervios ni presiones.

Un año más tarde, donde voy me siento cómoda porque donde conozco a la gente, a gran parte de ella. Y eso mola mucho. Llegar, reconocer caras, dar un abrazo y llamarle por su nombre real, hablar de la última vez que nos vimos o de próximos eventos donde coincidiremos. Es un placer llegar y sentirte entre amigas.

Así que me voy sintiendo menos de provincias. Y más desde que el bloque sur (las blogueras sevillanas y yo jajaja) hemos decidido hacer piña, reivindicarnos, unirnos y juntarnos en quedadas familiaras y otros menesteres (que de vez en cuando apetece un poco de juerga).

Gracias a ellas y a mis escapaditas a los eventos en Madrid o Barcelona, aquí servidora se siente un poco más parte de esta maravillosa blogosfera.

En la siguiente entrada os contaré mi experiencia en el Madresfera Blogger's Day.

Continuará...

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Operación "Adiós pañal" por propia iniciativa

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Mi hija, en adelante "la hippie", ha decidido iniciar la operación "Adiós pañal" por su propia cuenta y riesgo.

Si bien ya lleva tiempo quitándose el pañal ella sola y sentándose en el wc ella sola -y cuando digo sola es sola, o sea, ella sola se quita el pañal, ella sola levanta la tapa, ella sola coloca el reductor, ella sola se sienta, y ¡no oses prestarle ayuda porque te suelta un "¡no, yo solita!" que no ha lugar a nada!, ella sola aprieta y ella sola se limpia su culo, que para eso es suyo-, hoy a decidido quitárselo forever y andar por casa como su santa madre -o sea, yo-, la trajo a este mundo.

Así, en plan hippie, en pelota picada, happydelalaif como diría la Endorfina, se recorre la casa a placer, libre como un pájaro, y se sienta en el excusado cuando le apetece. Y es que parece que le gusta plantar el pandero en el reductor mientras se echa el pelo hacia atrás -porque menuda melena tiene mi niña- y se mira los dedos de los pies, con sus uñas pintadas.

Y yo no puedo evitar partirme de la risa viéndola tan resuelta, tan decidia, tan segura. Tiene claro que no quiere usar más el pañal, y no hay quien le lleve la contraria.

Todo esto me ha pillado, literalmente, sin bragas. Vamos, que me veo esta tarde en Primark comprando mini-bragas de Peppa Pig, con lo divertido que es ir a Primark un sábado por la tarde (lo mismo que ir a Cibeles un día de manifa), que estamos en crisis pero no como para tener a la niña asalvajada y sin ropa interior.

De momento no se si ha hecho algo en el excusado porque ella dice que sí pero la joíaporculo no nos deja mirar, pero al menos sabemos que no se ha hecho nada encima, que ya es de agradecer. Y no le falta constancia, se sienta a cada ratito en el wc, tiene ganas de hacerlo sola y no pierde oportunidad, así que lleva toda la mañana que cada vez que la miro está sentada en el trono, feliz. Mejor, menos posibilidades de que se lo haga encima, que con lo suya que es no creo que le agrade demasiado.

Y yo reconozco que esto de quitar el pañal me da una pereza suma, con lo fácil que es cambiarlo y listo, sin tener que sufrir por encontrar un baño público cuando la faena nos pille en plena calle.

Con Iván fue muy fácil, un día al llegar de la guardería lo escucho levantar la tapa del wc e ipso facto el sonido de un chorrillo, ojiplática me quedé cuando lo vi encaramado al excusado, de puntillas y con el culete apretado, ¡no me lo podía creer!. Mi niño dejó de ser un bebé el día que empezó a mear sólo. Y desde ese día, ni siquiera pañal nocturno, todo un éxito. Luego cuando nació su hermana tuvimos la típica regresión que nos obligó a abandonar calzoncillos en condiciones lamentables allá donde íbamos, pero eso mejor lo dejamos en el recuerdo, prefiero no mentarlo.

Pero mi niña, que crece a pasos agigantados y quiere descubrir el mundo por ella misma, "Antía Independiente" la voy a tener que llamar, no me da lugar a esperar que llegue el mejor momento para retirarle el pañal: ya ha decidido que éste es su momento.

Así que, que "Dior" nos pille confesaos, y que el adiós al pañal sea una despedida breve.

Sólo por darme ánimos, ¿Qué tal os ha ido a quienes tenéis retoños entorno a los 2-3 años?. Decidme que bien.

Y así viví el Madresfera Blogger´s Day

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Hace dos entradas -aquí exactamente- contaba cómo rompía hace un año el hielo para asistir a mi primer macroevento como bloguera.

Bloguera... en toda su extensión de la palabra, un concepto plenamente definido que cada vez cobra mayor importancia, al menos en la vida 2.0. Un concepto que no es muy conocido en la vida 1.0. Vamos, que eso de ir a un congreso de madres blogueras no es muy habitual y si yo digo en Huelva que soy bloguera lo normal es que me respondan "¿bloguequé?", "ah, ¿que te vas a Madrid?, ¿y que es, por trabajo?".

Pues sí, realmente es por trabajo. He decidido que es así. Que acudir a una jornada de ponencias, charlas y talleres es una oportunidad de aprendizaje a la que puedo sacar mucho jugo. Que en tiempo de crisis y escasez de trabajo hay que tirar de ingenio, aprovechar las posibilidades que se te presentan, aprender todo lo que puedas y probar todos los campos que te abran puertas.

Así que para mi cada evento es una oportunidad de aprender. De conocer gente. De que me conozcan. Porque además de bloguera soy emprendedora, tengo una tienda online -momento de autopublicidad-, por lo que no solo necesito aprender todo lo que pueda para aplicarlo de cara a mi negocio, sino que es muy positivo que la gente ponga cara a la persona que está detrás de un nombre, de un logo. Como a mi me gusta conocer a las personas que están detrás de las marcas (y desde aquí mando un saludo al Sr. Cybex jajaja y a Cristina de Nikidom, con los que siempre es un placer coincidir).

Porque la confianza que te da conocer personalmente a la persona que está detrás de un proyecto es mayor que miles de horas conversando en redes sociales. Así que sí, para mi cada evento es una nueva oportunidad de aprendizaje, esuna inversión para mi pequeño negocio.

Por eso no dudé en acudir al Madresfera Blogger's Day. Sabía que este año sus aspiraciones eran diferentes: menos afluencia de asistentes, menos contenido pero de mayor calidad. Y lejos de decepcionar, que sabía que no lo haría, debo decir que mis expectativas se vieron sobre pasadas.

Pero vayamos por partes, como diría un buen forense.

Esta escapada fue además la excusa ideal para coincidir con mis amigas Lourdes, Ruth y Angie (nos faltó Vanessa, ains, para la próxima estaremso juntas de nuevo), nos quedamos con ganas después de haber pasado un fin de semana estupendo en el Bloggers and Family Barcelona. Compartimos un encantador apartamento (cuarto piso sin ascensor, ahí es nada) en la mísmisima Puerta del Sol, y gracias a que todas llegamos antes del viernes a mediodía pudimos aprovechar para pasar tiempo juntas, sin prisas.

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Me faltaron las uvas


No sabéis lo especial e importante que es para mi poder compartir esta experiencia con ellas. Somos esas amigas que nos conocimos a través de un foro y que, años más tarde, nuestra amistad ha traspasado la barrera de la pantalla. Hemos compartido muchas cosas, bonitas y menos bonitas, porque no todo en la vida y en la maternidad son alegrías, somos mujeres y madres muy diferentes, pero da gusto saber que en las penas tienes gente que te acompaña, que no te dejan sola. Pues ellas están ahí, a diario virtualmente, por lo que juntarnos es una inyección de aire fresco.

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Posado delante de la Puerta del Sol - Foto de Angiex4


Bueno, voy al Madresfera Blogger's Day que si no me pongo tonta y no avanzo. Pero sin mis "petardillas" como me gusta llamarlas cariñosamente, no sería lo mismo.

Tenía muchas expectativas en este encuentro de madres blogueras. Además iba más tranquila porque conocer personalmente a muchas blogueras - y blogueros, que habelos hailos, como las meigas- ayuda, así que estaba deseando llegar y dejarme sorprender por las ponencias y las charlas.

Tras llegar -tarde-, hacernos la foto de rigor, saludar a la anfitriona y las blogueras que estaban en el hall, pasamos al salón. Esta vez no me tuve que conformar con sentarme en la última silla de la última fila, pudimos acomodarnos en la tercera fila, para estar bien cerquita y no perder detalle de nada.

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Posado en photocall de bienvenida - Foto de Angiex4


Tengo que reconocer que la mañana se me pasó volando. Fueron charlas tan amenas, tan directas al grano, que no dio lugar a mirar al reloj ni bostezar de aburrimiento. Algo que sí hice el año pasado, como contaba en este post. Enseguida Twitter empezó a echar humo contando todo aquello que nos iba pareciendo digno de ser contado, tanto que en poco tiempo logramos ser #TT.

La idea era clara: proporcionar herramientas básicas y claves para lograr profesionalizar un blog. Y no tiene que ser el blog por sí mismo a través de la monetización por ejemplo, sino que se puede extrapolar de muchas maneras: mediante la marca personal, en proyectos surgidos a través del blog (libros, webs, negocios varios...) y es que, como bien recalcaron, las madres somos multidisciplinarias y el ser madre y bloguera es un claro reflejo de ello.

En ese momento no me reconocí como tal, pero sí, ciertamente, yo me he profesionalizado gracias a mi blog, mi blog me abrió la puerta a lo que hoy es mi trabajo, mi tienda online -autopublicidad again-. Quizás si un día no hubiera emprendido mi aventura en este blog hoy no abría encontrado mi salida profesional en internet.

Fue un placer escuchar las experiencias de blogueras profesionales que han llevado su blog más allá de una plataforma de desahogo o visión personal. Cómo se organizan, cómo trabajan, las herramientas que utilizan, el compromiso que asumen y la pasión que ponen en ello.

También fue un placer escuchar el punto de vista de las marcas: qué le podemos ofrecer como blogueras y qué esperan de nosotras; hacia dónde va la blogosfera maternal y qué hemos aportado en todo este tiempo de existencia. Lo mejor, poder establecer un diálogo abierto entre ponentes y público, un debate y un feedback enriquecedor. Que sí, que casi me tienen que arrancar el micrófono de las manos, pero yo soy así, me meto de lleno y me gusta participar, transmitir mis dudas y aportar mi punto de vista.

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Si las ponencias de la mañana me tuvieron pegada al asiento y tuiteando como si no hubiera un mañana, los workshops de la tarde no decepcionaron. Yo elegí el de "Seguridad y legalidad para tu blog" y el de "Lánzate para emprender: de tu blog a tu empresa", y de ambos puedo decir que, además de interesantísimos y muy útiles, se me hicieron cortísimos. Con gusto hubiera echado en cada uno una hora más, por lo menos.

En ambos workshops partía de una base sobre la que ya tenía conocimiento, pero no está de más ahondar en el tema y aprender cosas nuevas. Nunca se sabe todo. Sobre ellos y sobre lo que más me ha intersado de las ponencias hablaré en otro post, desarrollando mis conclusiones de toda la jornada.

Entre charlas, ponencias y workshops hubo tiempo de sobra para poder saludarnos, ponernos cara, charla y echarnos unas risas. O sea, mucho hablar y poco comer, aunque en mi caso hablé y comí en abundancia.

Risas, fotos, poses y lucir palmito - que muchas me habéis dicho "pero qué mona que ibas", pues que sepáis servidora llevaba un vestido recuperado del fondo del armario, un vestido que me encanta porque me lo compré para la celebración del primer cumpleaños de Iván, o sea, 5 años casi que tiene, ahíesná, y que da gusto entrar en él 5 años y un embarazo después-, no hubo momento para el aburrimiento.

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Codeándome con gente de la buena


Imposible nombrar a todas las blogueras con las que tuve el gusto de volver a coincidir, descubrir y poner cara, porque si os nombro alguna se me olvida y no quiero dejarme a ningua. Sabéis quiénes sois, muahahaha.

Pero sí tengo que decir que me encantó poner cara a Madres Cabreadas, fue mi descubrimiento de esta desvirtualización, y reecontrarme con Elena La guinda de limón, que nos conocemos desde que éramos unas mozas, años ha, y la blogosfera maternal ha querido reunirnos.

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Pedazo Selfie molón
Así que fue una jornada maratoniana, intensa, interesante a la par que divertida y entretenida. Mi sensación es que este año me estaba gustando muchísimo más que el año anterior, porque todo estaba mucho más concentrado y especializado. Ya contaba en este post que el evento madresférico del año pasado lo disfruté por la desvirtualización, pero las ponencias y charlas me aburrieron.Y que no me gustó nada el regalito de productos de limpieza, este año chapó con la batería recargable con usb.

Y como broche final, nada mejor que irnos de cena extra-oficial en petit comité -que no era una cena exclusiva, sino que solo nos animamos una pequeña parte de l@s asistentes- donde relajarnos y hablar de otra cosa que no fueran nuestros blogs,  sus perspectivas profesionales y demás.

Me alegro de haber sido partícipe de un evento de calidad y no puedo más que felicitara Madresfera y a su cara visible, Mónica, por su implicación, por el trabajo bien hecho y por haber logrado hacer una jornada digna. Solo puedo decir que me quedo con gana de más, y que ojalá repitamos el próximo año.

Y mi pena, como no, despedir de nuevo a Lou, Angie y Ruth, deseando tener una nueva oportunidad de encontrarnos. Nenas, sois lo mejor ¡y que nadie os diga lo contrario!.

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Foto finish pre-despedida
Y con esto y un bizcocho, hasta aquí mi crónica de este estupendo fin de semana. Siguiente parada, ¡Super Party de #Malasmadres!

Continuará...

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Evolución de la "Operación Adiós pañal"

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Hace poco os contaba en este postcomo mi pequeñina decidió hacerse la hippie, arrancarse de cuajo el pañal y lucir cuerpo serrano que la vida es alegría.

Todo pintaba bien, pero no todo el monte es orégano ni es oro todo lo que reluce. No es que vaya mal, tampoco. Se puede decir que... Ahí vamos.

El primer escollo a salvar fue que justo el día después de decidir que quería ser una niña mayor que usa bragas como su madre -en nada me la veo pasándose a la moda tanga- refrescó. Vamos, que pasó de hacer un calor de agrader a hacer un fresquete que como para andarse mojando. Fue a la guarde bien pertrechada para sincronizar la retirada del pañal con la seño, cuando la recogí venía cambiada -y fatal vestida, todo hay que decirlo -, y todavía no habíamos doblado la calle cuando se había mojado de nuevo. Mi gozo en un pozo.

Así que, viendo que el tiempo no acompañaba, decidimos retrasar la retirada total del pañal porque me pareció que no era el momento ideal. El Sr. Murphy siempre presente tuvo a bien regalarnos una semana lluviosa, y ya sabemos que la operación pañal requiere de lavadoras a mansalva. Mal momento. Para colmo, si bien mi intención era intentar aguantar sin pañal, justo el día siguiente a volvérseme hippie la niña, quiso Dior mandarla una señora diarrea. A ver quién es la valiente que se atreve con una retirada de pañal en plena cagaleritis. Fui afortunada porque las deposiciones se sucedieron en la tarde mientras yo curraba, o sea, que fue Papá el sufridor - muahahaha, ahí la llevas -.

Heme aquí una cobarde, y lo reconozco. Sin pudor.

Así que hemos estado unos días ahí, a la deriva, que si quito que si pongo. Cuando ella ha querido sentarse en el WC lo ha hecho sin problemas, pero ha llevado pañal la mayor parte del día. Mirando al cielo como una novia a punto de casarse o un costalero la víspera de Semana Santa, esperando que el lorenzo asomara de nuevo.

Ayer lunes retomamos la susodicha operación, viendo que el tiempo parece mejorar. Empezamos bien, la mandé a la guarde en pañal - porque a la señorita se le antojó llevarlo - con tres mudas de ropa, dos de zapatos y varias braguitas, emplazando a papá a que le dijera a su seño que se lo quitara al llegar. Cuando la recogí todavía llevaba el pañal por no haberlo puesto ya la braguita sobre el él, ya que quitarle unas mallas para ponerle las bragas y de nuevo las mallas se ve que es mucho lío. No comment.

Pero al llegar a casa la señorita hippie decidió que era hora de ser libre y feliz, se quitó el pañal, y a partir de ahí hasta la hora de la siesta su rutina fue un continuo paseo al baño. Solita, of course, ya se ha buscado las mañas para que no le haga falta nadie más que ella y me parto viendo cómo se ayuda del banquito que tiene para subirse al lavabo para subirse al wc, tras levantar la tapa y colocar el reductor. Ergo, tampoco quiere que nadie ose en limpiarle sus partes, "me limpio yo sholita el totete y el culo tambén".

Casualmente tengo por casa varias empapaderas de las que compraba para usar de cambiador cuando mis niños eran unos tiernos bebés - ¿y eso cuándo fue?, parece ya tan lejano #MomentoMorriñaON - y a la hora de la siesta se la coloqué debajo, por si había algún escape. Y me fui a trabajar.

Se ve que debió moverse o se le escapó, que se hizo pipí y mojó el sofá. Yo, malamadre y mujer poco previsora, no dejé muda preparada, así que cuando bajó a la calle mi niña era un collage de las prendas peor escogidas del mundo. La moda infantil según Papá. Y con pañal, por supuesto, no tenía el señor ganas de arriesgar a meada - o lo que fuera - callejera.

Esta mañana ya fue a la guarde sin pañal y con su braguita, tres mudas, dos pares de zapatillas y chorrocientas bragas. Cuando la recogí esperaba encontrármela cambiada pero ¡¡¡sorpresa!!!, llevaba la misma ropa que cuando salió de casa. En toda la mañana no se había hecho nada encima.

¡¡¡Bien por mi niña!!!

Al llegar a casa de nuevo amiguita forever del señor w.c., esta vez nos ha cantado sus logros:

- "Mamá, he hesho pipí, ha salido sholitooooo".
- "Mamá, he hesho dos cacas yle  he disho adiooooooooooo".

Hasta la hora de la siesta todo han sido paseos al baño, y yo, que soy valiente, he vuelto a arriesgarme a no ponerle pañal y dejarla dormir, ¡hasta se me ha olvidado la empapadera!.

Pues mi niña campeona se ha levantado sequita, ha salido a la calle sin pañal y se ha vuelto a casa sin pañal y sequita. Así que hoy ha sido un día excelente en este camino a la retirada del pañal.

Aún así somos pacientes y conscientes de que no es de un día para otro, que puede haber escapes en cualquier momento, pero no pasa nada. Se limpia, se cambia, se ponen tropencientas mil lavadoras si hace falta, y como si no hubiera pasado nada. A su ritmo.

Estoy por hacer una porra, ¿Cuando lo logrará mi niña?. Hala, se aceptan apuestas. Y consejos, como no.

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Conciliando que es gerundio (im)posible

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Desde que soy madre no he cejado en mi empeño de poder conciliar mi vida familiar y laboral. Y no ha sido nada fácil, cuando por fin alcancé lo más parecido a conciliar realmente mi empresa cerró, y desde entonces lo intento a diario en mi labor como trabajadora por cuenta propia.

Si alguna ventaja tiene trabajar para una misma - de las pocas ventajas que pueda tener ser autónoma- es no tener que dar explicaciones a nadie. Bueno, puede que a los clientes, por abrir más tarde de la cuenta o tener a los niños rondando por la tienda, pero no a un jefe con el poder de mandarte al paro cuando se le antoje. Es lo que más mola, lo reconozco. Hacer y deshacer a tu antojo.

Al tener un comercio mi horario es bastante fastidioso, jornada partida, trabajo mañana y tarde. Estoy en casa para dar el desayuno y llevar a los peques al cole, puedo recogerlos y comer con ellos y llego para cenar juntos. Eso sí, me pierdo los momentos de parque y cualquier actividad que les surja por la tarde. La mayor ventaja es que mi tienda esté en la plaza donde vivimos, y que se puedan bajar a jugar y yo, al menos, verlos pasar.

Casi que me doy por satisfecha con esta conciliación, vivo sin prisas, los tengo relativamente cerca y si me llaman de la guardería, del colegio, o hay que ir al médico, me falta tiempo para echar la reja e irme corriendo.

Esta semana ha sido complicada. A mi señormarido le ha salido un trabajo temporal -lo que vienen siendo dos semanas, temporal tirando a efímero, pero menos da una piedra-, con horario de con suerte venir a dormir a casa. Con lo que mi ocuparme al 100% de los niños desde que se despiertan por la mañana hasta que se acuestan por la noche. Una semana de reuniones escolares, de matrículas escolares, de fiesta rociera y días sin clase.

El lunes sobreviví a levantarlos, darles el desayuno y llevarlos al cole (la peque a casa de la abuela porque ya no va a la guarde), recogerlos, preparar la comida, comer en tiempo récord y volver al cole a una reunión, con los dos, claro, porque no podía dejarlos con nadie. Luego tocaba además hacer las fotos para las matrículas del cole, y lo que era ir un momento a la casa de fotos se convirtió en una larga tarde de larga cola, larga espera, niños desesperados de aburrimiento y cuando por fin, hora y media después, nos toca el turno, ni una cara decente a la hora de disparar la foto: Iván se dedica a poner muecas y Antía a subirse el vestido y taparse la cara con él. Yo no se si arañarme la cara, arrancarme los pelos, salir corriendo, echarme a correr, cortarme las venas o dejármelas largas. Si yo estaba agobiada, los niños lo estaban elevado a la enémima potencia.

El martes se complica la historia. Antía tiene logopeda a las 8:30 de la mañana, la suele llevar papá y yo llevo a Iván al cole, pero esta vez estoy sola. A las 8:15 salgo de casa con los dos, el centro de atención donde va está relativamente cerca pero el paseo no nos lo quita nadie, vamos a buen paso, dejo a la niña , con las mis, mas vuelta atrás para llevar a Iván al cole, vuelta al centro de atención a recoger a la niña, a casa a por el coche para dejarla en casa de la abuela y corriendo a abrir la tienda. Abro a tiempo.Y a todo esto, yo sin desayunar. La tarde ya no me acuerdo ni de cómo pasó, ni me acuerdo de lo que hice de comer... seguramente macarrones con atún, para no sufrir.

El miércoles viene la traca. Antía tiene logopeda y además toca echar las matrículas, ya que al ser El Rocío desde el jueves no hay clase y el plazo acaba antes. Dejo a Iván en el cole y, esta vez en coche, llevo a la niña a la logopedia. Gracias a que voy en coche, a pesar de estar cerca, puedo moverme con rapidez, irme al banco a hacer cola y pagar la matrícula del cole de la niña, volver a recogerla y llevarla corriendo a casa de mi madre. De camino me encuentro a la Hermandad de Emigrantes y todo el paso cortado para llegar a casa de mi madre, tengo que ingeniármelas para dar un rodeo y llegar. Y corriendo de nuevo ir al cole de Iván a dejar su matrícula y al de Antía -irán a coles diferentes-, que está más lejos, a dejar la suya. Cuando pude abrir la tienda eran las 11:30 de la mañana. Vamos bien. Bien jodida. Como por la tarde mi madre me iba a hacer el favor de sustituirme en la tienda me propone que la niña coma con ellos, así que cuando recojo a Iván del cole ni me planteo cocinar, un montadito en el bar de la plazoleta y por 3€ subimos los dos comidos. Por la tarde toca un compromiso con Iván que nos tiene toda la tarde ocupados.

El jueves no hay cole y es el día de la salida de la Hermandad de Huelva, y con los niños en casa ni me lo planteo: no abro la tienda, será mañana de escasa afluencia y me los llevo a ver las carretas. Llegamos a las 3 de la tarde a casa cansadísimos y hago corriendo unos tortellini con nata y bacon, no doy para más. Por la tarde está papá en casa, así que puedo relajarme un poco en la tienda. O no, porque por suerte todos los días recibo a una o dos mamás (o futuras mamás) o parejas de papás (o futuros papás) por lo que no suelo tener tiempo de asueto.

El viernes es el top ten de la conciliación. Papá trabajando, los abuelos con cita en Hacienda, no puedo permitirme no abrir otra mañana, solución: me llevo los niños a la tienda.

Y ahora que levante la mano quien diga que se puede trabajar con los niños, y si lo consigue, que me cuente cómo hace.

Los primeros minutos genial, los dos pintando, leyendo, haciendo tareas, muy bien. Luego ya empiezan los aburrimientos y las salidas a la plaza. Yo detrás, claro, porque desde dentro no los veo bien y yo no vivo tranquila si no los tengo bajo mi ojo. Con suerte hay otros niños y están jugando entretenidos, pero yo tengo que estar fuera vigilando. Y vienen papás/mamás a ver portabebés. Y yo sufriendo porque no se si mi hija está haciendo el cabra con la moto o subiéndose a la baranda de las escaleras, o si mi hijo la estará estrujando como suele hacer. O entrar y se ponen a tirarme de la pierna mientras yo intento enseñar cómo se anuda un fular elástico.

Cuando llega la hora de cerrar, después de haber pasado una mañana al límite de nervios y tensión, tengo claro que lejos de cocinar, me los llevo al Burger King a que desfoguen mientras comen. Y a las 4 de la tarde, por fin, estamos de vuelta comidos, reventados, y tardamos cerocoma en quedarnos dormidos.

Y así he conciliado esta semana. Me entra la risa floja solo de pensarlo. Lo más divertido...que me queda otra semana.

Al menos me queda el consuelo que de poder ocuparme de mis hijos, aunque me suponga medio abandonar mi puesto de trabajo. Ventajas de ser autónoma.

Bye bye pañal... definitivamente

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La retirada del pañal es una de esas etapas de la crianza que me daba un poco de miedito. Lo confieso. No me apetecía nada andar fregona en mano, limpiando pises por doquier, pero sobre todo, no me apetecía tener limpiar restos sólidos y verme obligada a tirar algún que otro calzonzillo o braguita por ser insalvable.

Es lo que había leído antes de meternos en este fregado con Iván, cuando le llegó su momento. Por eso no me esperaba lo que suceció: que el niño fuera capaz de ir al baño solito el primer día que le quitaron el pañal en la guardería. Ojiplática me dejó.

Creo que en su momento el éxito fue no tener prisa, esperar a que estuviera preparado y que lo fueran guiando en la guarde, ayudando otros compañeros más precoces en estas lides con su buen ejemplo.

Vale sí, confieso. Me escaqueé todo lo que pude y delegué en las seños de la guarde, o sea, hasta que ellas no se animaron y lo vieron preparado, me hice la longuis. Y me funcionó, vaya que sí, me encontré poniendo calzoncillos en lugar de pañal casi sin darme cuenta.

Así que con la niña decidí aplicar la misma técnica, básicamente, esperar a que diera alguna señal de estar preparada o, en su defecto, que tomaran la iniciativa en la guarde. Enesta entrada contaba cómo fue ella la que decidió de motu propio quitarse el pañal y enesta entrada os hablaba de su evolución, incluso alentandoos a hacer una porra.

Pues bien, puedo decir que esa última entrada fue el principio del fin. Es decir, ni una fuga, ni un escape, nada. Flipada me tiene la niña porque no me esperaba este éxito total. Orgullosa que me siento, y muy aliviada, no os voy a engañar.

Todo ha sido muy natural, la niña cuando quiere hacer pipí va al baño, cuando quiere hacer caca va al baño, sin más. Normalmente avisa antes, como esperando el visto bueno, "¡Mamá quiero pipiiiiiiiiiiiii!", "pues venga, corre al bañoooooooooooo", me suele llamar a gritos "Mamaaaaaaaaaaaa, no hay papeeeeeeeeeee, tae toallitaaaaaaaaaa" y yo voy corriendo paquete de toallitas en mano, o si se ha limpiado me dice "me he limpiao yo sholitaaaaaa, ¿teno el tulo/totete limpio?" (t por c ya que aún no pronuncia en sonido de la C") y yo paso revista a ver si todo está impecable.

Si me toca limpiar sólido, por alguna extraña razón que desconozco y por más que intento evitarlo, siempre acabo pringando. Y si me da por mirar el resultado de la operación me sorprendo diciendo "niña por diorrrrr, pero cómo puede salir semejante cosa de ese cuerpecillo". Un alien, de verdad. IM-PRE-ZIO-NAN-TE.

También lleva genial lo de hacer sus menesteres fuera de casa, una vez conseguimos hacer pipí sobre un arriate pero se ve que me ha salido fina porque desde entonces si no hay baño, no hace nada.

Imaginadme haciendo la compra en el super del barrio, con el tiempo pegado al culo -nunca mejor dicho- porque me daba la hora de recoger al mayor en el cole y que de repente me diga: "Mamá, tero tataaaaa (cacaaaaaa)". Casi me da un soponcio. Le voy a decir que aguante pero me la veo ya en pose culo-pato y me dice "ya está ahí, está salendooooo". Me entran sudores fríos. Así que me tomo la poca confianza que tengo con el reponedor y le pido por favor que me deje usar el baño porque la niña no aguanta. Y muy amablemente me invita a pasar al almacén.

Allí, además de productos tirados, en mal estado y algún que otro resto de cadáver cucarachil -por favor, si podeis, nunca, pero nunca, entreis en el almacén de un supermercado, salvo que lo hagais con los ojos vendados o con la firme promesa de no volver a comprar allí-, visualizo el baño, limpio con una toallita -que menos mal que llevaba, aunque podía comprarlas allí mismo jajaja- la siento y deja ahí su señor mojonazo digno de un mamut.

Así que dominado aquello de evacuar en la calle, aunque le de por pedir pipí-caca en los momentos más inapropiados y los lugares menos adecuados. Hasta hemos hecho pipí con el traje de flamenca puesto, ahí es ná.

La repera, el colmo del éxito de la retirada del pañal, ha sido el pañal nocturno. Yo soy previsora y no he querido darme a la emoción así que la he seguido acostando con su pañal. Y por la mañana al quitárselo estaba mijado, por lo que yo daba por hecho que se hacía pipí por la noche. Hasta que una noche me olvidé de ponérselo.

Realmente me acordé entre sueños en medio de la noche, pero la pereza me pudo y en ese momento preferí arriesgarme a mudar la cama a la mañana siguiente que a levantarme en plena noche y desvelarme por un puñetero pañal. Y quiso Dior que se levantara seca. Y otra noche pequé. Y volvió a levantarse seca. Y así sucesivamente. Vamos, que ya no lleva pañal nocturno.

Doy por hecho que el pañal mojado de por la mañana era el pipí mañanero en plan"para qué voy a ir al baño si ya tengo el pañal". Pero la realidad es que en casi dos semanas no ha habido una fuga nocturna. Si se produce alguna será hoy porque estoy hablando de ello, capaz y todo.

Por lo que a día de hoy doy la "Operación Adiós Pañal" por finiquitada y a este blog pongo por testículo que nunca más volveré a comprar pañales. Al menos no para ella.

Y ahora es cuando me vienen los sentimientos. Que ya no tengo bebé. Que llevo 6 años cambiando pañales. Que pasé de la talla 5 de Iván y la talla 0 de Antía, como quien dice, de un día para otro. Que, de momento, cierro una etapa de la vida de la niña, pero también de la mía.

Y eso de no tener un bebé en casa ya no lo llevo tan bien... Porque en el fondo me da sentimiento ver lo rápido que ha crecido mi pequeñina. Pero lo orgullosa que estoy de ella, eso no me lo quita nadie.

Así que, si estáis en el mismo momento que nosotras, mucho ánimo, no es tan terrible como lo cuentan, o al menos no tiene por qué serlo.

Ahora me quedo con la incógnita de si alguna vez volveré a cambiar pañala algún bebé que yo haya parido.


http://www.laaventurademiembarazo.com/2014/05/evolucion-de-la-operacion-adios-panal.html

Cerramos curso, ciclo y etapa: Adiós a Infantil

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Después de una semana intensísima de fiestas varias y graduación, hoy hemos recogido las notas y con ello cerramos el curso, el ciclo y otra etapa en la vida de nuestro chiquitín, que ya no es tan peque.



Dentro de unos meses será un alumno de primaria y ya no irá al cole a aprender jugando (qué pena, porque realmente creo que aprenden mucho más) sino a a aprender estudiando. Cosa que no lleva nada bien, como es lógico, porque estudiar según él no es divertido, pero se adaptará, o eso esperamos.

Estos últimos días han sido muy entretenidos. Lo más destacable, como no, su graduación, en la que representaron con mucha gracia y arte su paso a lo largo de todo el ciclo, recordando todos los proyectos en los que han trabado, las mejores anéctodotas... mientras más de una mamá y papá intentábamos agarrarnos la lagrimilla que luchaba por salir de la emoción que nos daba ver a nuestros pequeños representarse así mismos.

Además, como Iván cumple años en julio, no quería que dejara de tener su día especial en el cole como todos sus compañeros y ayer, último día lectivo y día de fiesta (porque ya me diréis qué sentido tiene acabar el curso un lunes) llevó dos tartas y batidos para celebrar su cumple por adelantado.

Este curso ha sido muy positivo. La ventaja de pasar todo el ciclo de infantil con la misma maestra es que se conoce a fondo a los niños y se aprende a trabajar con ellos y llevarlos. Sobre todo si la maestra está dispuesta a ello, es decir, a adaptarse a las especialidades de cada niño. No hay dos niños iguales.

Han trabajado muchísimo y los proyectos han sido muy interesantes y productivos. Han trabajado temas muy variados: la Edad Media con los proyectos de castillos y dragones, los Indios Americanos, Juan Ramón Jiménez y Platero en conmemoración del centenario de "Platero y yo",  los trenes, el mundo marino que ha servido de temática para la graduación (mi niño ha sido una feliz sardinita), y con todos han aprendido muchísimo. Han visitado la casa de Juan Ramón Jiménez, han visto cómo es el McDonalds por dentro -actividad curiosa donde las haya, ¿verdad?-, han asistido a un concierto de la banda de música donde Iván pudo salir al escenario y dirigir él mismo a la banda. Han trabajado, han aprendido, pero sobre todo han disfrutado muchísimo.

Y esto para mi ha sido un alivio tras un comienzo en la escuela que no fue lo que esperábamos.

El primer curso fue duro con su excesiva impulsividad, su dificultad para canalizar la energía que le desborda, aún recuerdo cuando en el patio en lugar de jugar deambulaba solo o a la vera de su seño, o cuando iba a recogerlo y me encontraba con que se negaba a trabajar o le rompía la ficha a su compañer@... Cuánto le costó trabajo adaptarse pero cómo lo consiguió y al final de curso nos sorprendió su evolución.

El segundo curso fue mucho mejor, el hecho de trabajar por proyectos lo motivó muchísimo, poder desarrollar sus capacidades para aprender sobre diversas materias, superar sus miedos, adaptarse al grupo, saber trabajar en equipo, templarse... por fin veíamos un buen rumbo aunque no se estaban potenciando sus capacidades al máximo, pero al menos no se aburría, estaba motivado y trabajaba mucho, íbamos por buen camino.

Este curso se han superado nuestras expectativas. Su seño, sin querer aceptar abiertamente que realmente tenía un niño de altas capacidades entre sus manos, al menos no de cara a nosotros, sí es cierto que se ha tomado muy a fondo el hecho de sacarle partido en todo aquello que destaca y, además, reforzar sus puntos débiles. Conseguir motivarlo a tope, que disfrute trabajando, que quiera ser el primero en acabar sus trabajos y, además, hacerlo bien.

Ambas reconocemos que no es un niño fácil. Es muy perfeccionista y su frustración ante un objetivo no logrado le lleva bien a no parar hasta que no lo consigue, bien a no intentar un reto nuevo por miedo al fracaso. Se exige muchísimo.

Además presenta una disincronía clara, a nivel intelectual está muy avanzado pero a nivel físico es un niño de casi 6 años que en destreza motora incluso no estaba a nivel. Le ha costado mucho desarrollar la motricidad fina: coger el lápiz, hacer trazos, pintar, recortar... así que en este aspecto la seño se lo ha tomado muy en serio, como ella nos ha dicho "asegurar los cimientos para que luego no se nos venga el edificio abajo". A día de hoy aún tiene que mejorar un poco, pero además de tener mejor motricidad por fin ha conseguido disfrutar con las artes plásticas, que eran su caballo de batalla.

Las notas han sido estupendas. Mejorando las del segundo trimestre, que a su vez mejoraban las del primero, su resultado ha sido excelente excepto en inglés que ha sido "aceptable". Y no por conocimientos sino por mal comportamiento, en las notas del segundo trimestre lo expresaba como "comportamiento disruptivo" cosa que ha mejorado no solo porque le hemos hecho entender a Iván lo importante que es que no interrumpa ni moleste en la clase aunque se aburre -porque el aburrimiento era el motivo real de su mal comportamiento- y porque cuando le comentamos a la profesora de inglés que el niño tenía altas capacidades intelectuales se dio cuenta de por qué se portaba de esa manera.

Así que con unas notas excelentes bajo el brazo, una evolución a nivel escolar y personal estupenda, nos tomamos un descanso de dos meses antes de que se inicie un nuevo reto: empezar primaria. Ya me veo este verano poniéndole un escritorio de estudiar en su habitación, sus libros de consulta y su globo terráqueo, como todo buen estudiante que se precie. Al menos pondremos de nuestra parte para que así sea.



Pero no puedo evitar echar la vista atrás con añoranza. Recuerdo su primer día de colegio con su mochilita al hombro y su cara de ilusión, mientras yo llevaba a su hermana recién nacida en mi fular. Este año será su hermana la que empiece la etapa escolar, ahí es cuando me doy verdadera cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo.

Aún recuerdo la época en la que no jugaba en el recreo sino que se dedicaba a deambular por el patio o a estar pegado a la falda de su seño. Se me partía el corazón de ver cómo mi niño no se integraba en la clase, nunca ha sido el típico niño de jugar al fútbol o a las carreras. Ha tenido muchos "mejores amigos" a lo largo de este ciclo, le ha costado ganarse el cariño de algunos compañeros aunque él es amigo de todos y si por él fuera todos los días haríamos una fiesta pijama en casa con toda su clase.

A pesar de ser un niño muy cariñoso y empático sabemos que no encaja con todos los niños, para él era un orgullo que es@ compañer@ que no lo aceptaba por fin lo hiciera y nos decía feliz "Tal ya es mi amigo", porque para él todos son amigos aunque él no se sienta igual para ellos. Pero finalmente se ha hecho con su grupo de inseparables, mayormente niñas, y especialmente se ha hecho amigo de aquell@s que no gozan de ser quienes mejor encajan con el grupo.

Al hilo de esto me hace especial orgullo destacar lo sensible que es con l@s niñ@s diferentes, los que no son aceptad@s con tanta facilidad como otr@s.

Este sábado estuvimos en una barbacoa con un grupo de amigos de juventud de papá, ahora ya casi tod@s madres y padres de familia. O sea, un montón de niños de diversas edades, aunque la gran mayoría de la edad de Iván. Había un niño mayor que él que me di cuenta observando que iba a su bola, no jugaba con los demás niños. El mío, por el contrario, no tiene problemas en llegar a un grupo de desconocidos, presentarse y preguntar cómo se llaman. Observé que este niño empujaba a uno de la edad de mi hija porque le había tirado la torre que había hecho con los bloques de construcción, una reacción desmedida a simple vista. Luego, hablando con su madre, me comentó que el niño es Asperger. Y ahí lo entendí todo.

Yo no tuve que decirle nada a Iván. Sin saber por qué, se pasaron todo el día juntos, jugando. Con decir que cuando nos fuimos ambos se despidieron como grandes amigos, y que el otro niño no hacía más que repetir "mi amigo Iván"... y que su madre no se creía que pudiera haber hecho un amiguito y jugar todo el día con un niño de manera normal... Pues eso, que mi niño tiene una sensibilidad y empatía tremendas. Que pudiendo seguir a la mayoría y pasárselo bomba, se acerca al que no está integrado en el grupo, se pone a su nivel y se hace su amigo. Ojalá conserve esa cualidad tan maravillosa con el paso de los años.

Así que cierro este curso muy satisfecha y muy orgullosa de él, por superar sus dificultades, que las tiene, por haber trabajado tanto, por haber rendido tanto, por haber disfrutado aprendiendo y jugando, por sus amistades logradas, por haber sido feliz, que al fin y al cabo es lo importante.

Él lo cierra con pena por despedirse de su seño después de tres años, a la que quiere muchísimo, por no ver a sus compañeros hasta septiembre, y con muchas ganas de disfrutar del verano, como no.

También cerramos etapa con la confirmación de lo que veníamos sabiendo desde que salió de la guardería: que es un niño de altas capacidades intelectuales tras realizarle la evaluación correspondiente. Y que saberlo no es más que el inicio de un largo camino y que nos queda mucho trabajo y mucha lucha por delante, pero de esto hablaré en otro momento.

Hoy hemos cerrado un ciclo de su vida, de nuestra vida. Con cierta pena por ver lo rápido que crece, lo rápido que pasa el tiempo, lo rápido que vamos quemando etapas. Pero no puedo más que reafirmar que verlo crecer es el mejor regalo que me ha dado la vida.

La crianza en los tiempos del paro

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Hace ya unas semanas que circula por la red la notica de que los bebés de madres en paro son más sanos. Vaya, que va a resultar que ahora para concebir, gestar, parir y criar a un bebé sano y feliz, el estado ideal es del del desempleo.

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Este bebé tiene un color estupendo, ¿su madre será trabajadora o desempleada?
Reconozco que la primera vez que leí dicho titular no quise ni leer la noticia. Es que solo el titular, para mi, no hay por donde cogerlo. Podría titularse "El amor maternal en los tiempos del paro" y así parafrasear al desaparecido y grandísimo Gabriel García Marquez.

Ironías aparte. Me parece un total desacierto semejante afirmación, en los tiempos que corren. Viene siendo como"quien no se consuela es porque no quiere". Ea, que no tienes trabajo, no llegas a fin de mes pero no te quejes que tu bebé crecerá más sano que aquellos cuyos padres trabajan y viven desahogados económicamente (y a veces, lo segundo, ni trabajando).

Pero hoy me he pasado por el blog de Planeando ser padres donde precisamente hablaba de dicha noticia. Así que le eché valor y la leí. Y luego leí la entrada. Y luego fui a comentar, pero mientras comentaba me surgió el tema que ahora vengo a tratar.

La noticia es una falacia absoluta, intenta demostrar algo que no se sostiene por sí mismo con argumentos absurdos. Ojiplática me quedo leyendo cosas como que"las mujeres en edad de concebir reportan mejor estado de salud física, duermen más, beben menos alcohol, y tienen un índice de masa corporal menor". O sea, que las mamás currantas somos insomnes, alcohólicas y gordas. Tocate el tete, Manolete. Yo, que duermo a pata suelta, no bebo alcohol y peso 53 kg. Debo ser la excepción a al regla, menos mal porque menuda regla.

Señoras y señores, lo que hace que los bebés crezcan sanos y felices no es que su madre esté en paro para tener un embarazo tranquilo y tiempo libre para cuidarse, ídem una vez tiene a su bebé en brazos. Lo que hace que los bebés estén sanos es que su madre, sus padres, tengan tiempo para dedicarse a ellos.

Y esto, con la mierda de conciliación de la vida familiar y laboral que tenemos en nuestro país, es imposible. Esa es la verdadera cuestión y no el empleo/desempleo.

Porque si en este país se apostara por una conciliación real, una baja maternal ampliada que permita criar a nuestro bebé durante más tiempo antes de incorporarnos a nuestro puesto de trabajo, horarios de trabajo razonables y flexibles, reducciones de jornada en condiciones, excedencias remuneradas y etc... otro gallo nos cantaría.

Si se nos permitiera conciliar de verdad y no tuviéramos que darnos patadas en el culo para cumplir en el trabajo, cumplir con las faenas caseras y cumplir con nuestros hijos, si no tuviéramos que hacer un tetris para dejar a nuestros hijos atendidos en las vacaciones de verano como nos contaba ayer Mamá de Parrulín, estaríamos más relajadas, más tranquilas y, por lo tanto, más felices.

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Ésta podría ser yo (cambio perro por gata) aunque no tendría esa cara de mala uva ;)

Todo esto se refleja, obviamente, en nuestros hijos. Porque si una llega reventada a casa después de 8 horas de trabajo, algunas con la mala suerte de sumar horas de traslado y almuerzo, por mucho que se alegre de ver por fin a su peque, no tiene las mimas fuerzas, ni las mismas energías, ni las mismas ganas que una madre que ha trabajado 5 horas, ha recogido a sus hijos del cole y a mediodía está en casa, con toda la tarde libre por delante para disfrutar con sus peques. No es lo mismo. Porque si un hijo no puede ver a su madre en todo el día, ni la madre ni el bebé son felices.

Y ojo, que hablo de madre y no de padre porque el artículo precisamente habla de la mujer, no del hombre, esgrimiendo como argumentos que si la mujer embarazada no trabaja puede cuidarse más durante el embarazo, hacer ejercicio, comer saludable, evitar el estrés laboral... Vamos, como si la que trabaja no pudiera cuidarse, ¡ni que fuera incompatible!

Lo más grave es que no tenemos suficiente las madres con las culpas que nos echamos encima por no llegar a todo, por no estar siempre al 100%, por no dedicarnos a nuestro bebé tanto como quisiéramos, como para que tengamos que sentirnos culpables por trabajar y que nuestro bebé no sea tan "sano" como los de las mamás que están en paro.

Así que no, a mi no me venden la moto. Un bebé será sano y feliz si puede tener a sus padres la mayor parte del tiempo posible. Y que la madre pueda estar en casa y dedicarse a criar a su bebé no debe ser una obligación ni una imposición sino una elección personal.

Decir que gracias al paro los bebés se crían más sanos es conformarse con la mísera situación que estamos viviendo, donde comedores escolares y sociales están llenos de niños y familias que no tiene recursos para alimentarse. Es una situación penosa y lamentable a la que yo, sinceramente, no le veo ninguna ventaja.

Eso no es sano. Y me niego a que quieran hacernos creer que estar en el paro tiene ventajas de cara a la maternidad, porque si sumamos las trabas que tenemos a la hora de ser madres y trabajadoras y hacer valer nuestros derechos como tales, si ya nos vemos presionadas y amenazadas con la pérdida de nuestro puesto de trabajo a raiz de nuestra maternidad, lo que nos falta es que le den ideas a los empresarios y que éstos nos vengan con un"mira, te despido pero oye, te estoy haciendo un favor, tu bebé así crecerá más sano". Nos ha jodido.

Quien realiza semejante afirmación debe pensar que el paro es una fuente inagotable de recursos económicos, que se va a cobrar de por vida. El paro se acaba, y ya puedes llevar 15 años deslomándote en tu trabajo que si te ponen de patitas en la calle como mucho, como mucho, vas a cobrar dos años de paro y, si no encuentras trabajo, un subsidio por desempleo que es una miseria. Dos años, querid@s, pasan volando. Y el subsidio por desempleo no da para alimentar a una familia, ya no digo para cubrir los gastos mínimos de una vivienda.

Que nos lo digan a nosotros, que papá va a hacer ya 3 años desempleado y no soy capaz de explicar cuan desesperada llega a ser esta situación, con todo lo que conlleva a nivel económico, familiar y personal.

Esto me ha hecho reflexionar sobre mucho sobre la situación a la que hemos llegado. Antes de ser padres mi marido y yo éramos jóvenes, teníamos puestos de trabajo cualificados, teníamos un trabajo fijo y ganábamos sueldos decentes. No nos imaginábamos dónde nos iba a llevar la vida, que dos empresas sólidas acabaran desapareciendo y con todos sus empleados en la calle. La mía más de 600, no es poca cosa.

Cuando me quedé en paro la primera idea fue aprovechar ese tiempo sin trabajar y cobrando para dedicarme a lo que realmente quería, criar a mis hijos, especialmente a mi pequeñita, que acababa de nacer.  Pero se me posó en el hombro ese angelito como el que salía en los dibujitos animados -¿os acordáis? con su mandorla mística y el arpa en el brazo, qué puñetero- diciéndome que no me confiara, que dos años pasan volando y que, si no encontraba trabajo en ese tiempo, una vez acabada la prestación, las iba a pasar putas. El demonio en el otro hombro no tuvo tiempo de aparecer. Y me embarqué en la aventura de emprender un negocio.

A día de hoy casi todos mis compañeros de trabajo siguen desempleados, los que trabajan lo hacen porque, al igual que yo, se han buscado la vida por su cuenta, algunos han tenido empleos esporádicos y han picoteado aquí y allá. Las que son madres como yo lo tienen muy jodido, y de conciliar ni os cuento; una de ellas se hace 150km cada día para cobrar poco más de 600€ y otra dobla turnos a destajo en un centro comercial porque su jefe no contrata más personal. Conciliación es una a la que le dijeron "no eres apta para el puesto". Missing.

Lo que no me imaginaba es que mi marido no iba a encontrar trabajo, con lo que él es, que vale para todo, no se le caen los anillos con nada y ha removido cielo y tierra para encontrar un trabajo. Mi pequeño negocio al menos nos da para vivir, aunque sea con el cinturón en el último agujero, ese que te haces a mano en casa cuando has adelgazado y se te ha quedado grande.

Así que el cuento de que los bebés de mamás en paro son más sanos me parece una falacia. El paro es la pérdida de un derecho, no una opción libre y voluntaria. Y lo que las madres queremos es criar a nuestros hijos sanos y felices pero pudiendo elegir nosotras mismas y con las medidas adecuadas para poder compatibilizar nuestra vida profesional y familiar sin sentirnos esclavizadas y culpables.

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Éste si serían un buen titular, ¿no creéis?. Espero que alguna vez deje de ser una utopía.

La evolución en el habla, la logopedia y el adiós a la guardería

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Estamos en tiempo de fin de curso, y para nosotros, además de un fin de etapa para Iván como os contaba en esta entrada, también lo ha sido para Antía. Ha acabado su ciclo en la escuela infantil, aunque solo ha ido este último año, pero lo ha aprovechado a tope y, sobre todo, disfrutado.

Ha sido un año especial porque además en octubre la pediatra nos derivaba a atención temprana para valorar un posible retraso en el habla, como contaba en este post. Una vez confirmado, comenzamos tratamiento con la logopeda en el mes de diciembre, aunque por las vacaciones navideñas el trabajo de verdad no empezó hasta el mes de enero.

Hace ya más de un mes que Antía dejó la escuela infantil - en adelante "guarde", que aunque no es una guardería para soltar allí a los niños y listo sino una escuela infantil, es un término que me resulta más familiar-, el mes de junio ya no acudió a ella. El motivo, que el Rocío cayó a primeros de junio y durante esos días no hay clase, sumado a que las vacaciones escolares comenzaban el 24 de junio y que yo tenía claro que cuando Iván diera vacaciones Antía ya no iría a la guarde, porque les gusta estar juntos, decidimos que por 12 días no íbamos a pagar el mes completo. Así que avisamos con tiempo a sus seños para que lo tuvieran en cuenta.

Antía siempre ha sido una niña muy sociable. Algo tímida y desconfiada de primeras, pero nada que le impida hacer una socialización rápida. En seguida se sintió cómoda en la guarde, fue contenta desde el primer día, no tuvo ni que hacer período de adaptación, por lo que aquí servidora se sintió más tranquila sabiendo que la peque estaba no solo bien atendida sino a gusto.

Aunque hizo amiguitos muy pronto, el hecho de no hablar nada le hizo tener dificultades para relacionarse con sus compañeros. Uno de los principales motivos que me llevó a trasladar el problema del habla a su pediatra fue precisamente que el no poder expresarse verbalmente la estaba volviendo muy tímida e introvertida.

La logopedia ha sido milagrosa, no tengo otras palabras. Los resultados del tratamiento no se hicieron esperar y enseguida comenzamos a ver resultados. Con las primeras palabras vino un cambio de actitud asombrosa: mi niña explotó y rebosaba su energía contenida hasta entonces como si de una botella de cava recién descorchada se tratase.

Mi primera impresión fue:"¿Dónde está mi niña y qué habéis hecho con ella?". Pues la respuesta es muy simple: un trabajo maravilloso.

Me he retrasado demasiado en contar su evolución en este aspecto y ya han pasado 7 meses desde que comenzó el tratamiento. Pero me basta con decir que en mes pasó de hablar como una motita -mmm mmm maaaa-  a hablar como una cotorra, sin pronunciar bien, pero por fin conseguía expresar sus emociones.

Tras ese primer mes de reventar y soltar todo lo que tenía contenido, parece que las palabras estaban ahí, en su cabeza, pero no era capaz de expresarlas oralmente, por lo que bastó un poco de estimulación adecuada para darles salida. Y a partir de ahí todo ha sido evolucionar, evolucionar y evolucionar.

En dos meses consiguió expresarse haciendo pequeñas frases, en tres tenía un vocabulario más que aceptable para su edad... Y en menos de 6 meses estaba al nivel oral de cualquier niño de su edad. De balbucear palabras a expresar sus sentimientos y razonar. De un simple "Tero agua" a "Mamá, teno una idea, ¿y si jubamos a los bebés?".

Que me pueda contar lo que le pasa, lo que le duele, lo que le gusta, lo que el asusta, es maravilloso.  Pero, sobre todo, escuchar de su boquita un "Mamá, te tero mushooooooo" que me desborda de puro amor.

Desde entonces, como digo, ha sido una explosión, ha pasado de ser la niña introvertida que no miraba a los ojos a desbordar alegría y decir "me llamo Antíaaaaaa" sin que le pregunten, con la sonrisa de oreja a oreja. Pasar de no hablar a ser bilingüe -exagerando, of course- ya que lo mimo hacía una torre con sus cubos apilables contando en castellano que diciendo "uan, chu, fi, fo, fai...". Por no decir que estaba claro que no le faltaban los conceptos sino la herramienta, porque de no hablar a contar sin respirar hasta el veinte, está claro que lo tenía todo bien organizado en su cabeza.

Y es así que me encanta verla bailar mientras canta sus canciones favoritas, tanto en castellano como en inglés, o hacer el payaso cuando se pone en modo #ShinChan, meneando el culo en pompa cantando "culooooo, culooooo, culooooooo" -y conste que nunca ha visto estos dibujos, vamos que su payasería es innata- mientras yo me tengo que aguantar la carcajada ante semejante estampa.

Poder expresarse verbalmente ha mejorado su calidad de vida notablemente, ha sido un giro radical.

Y todo ha sido fruto de mucho trabajo y la implicación de mucha gente. Su logopeda que la estimula correctamente, adaptándose a su problema y necesidades; la propia Antía que es una niña muy inteligente y muy trabajadora, que se autoexige y es perfeccionista, siempre quiere hacer más y mejor; nosotros como padres que completamos el trabajo en casa con las pautas que nos da la logopeda; y su maestra en la guarde que ha seguido las mismas recomendaciones de la logopeda que nosotros, aplicándolas en el tiempo que pasaba con ella. Cuando todo el que está implicado con la niña trabaja y colabora, para ella es infinitamente más sencillo.

A día de hoy tiene todos los conocimientos y aptitudes de una niña normal: un amplio vocabulario y buena expresión oral, realiza frases completas, utiliza casi todos los tiempos verbales, adjetivos, pronombres, adverbios, enuncia preguntas y respuestas bien estructuradas... Hay fonemas que todavía no pronuncia correctamente pero su expresión oral en general es muy completa. Además de lo típico, ya sabemos, conoce formas, colores, tamaños, animales, objetos, y reconoce las emociones. De hecho me encanta jugar con ella a "poner caras", hemos descubierto que además de ser un juego muy divertido es muy estimulante. Ese y el Veo Veo de colores o de formas, otro juego con el que nos reimos y aprendemos mucho.

Todavía nos queda logopeda para rato, pues hasta que pronuncie correctamente todos los fonemas y tenga un haya desarrollado el habla de manera completa no le darán el alta, pero tampoco necesitará refuerzo adicional en el colegio, sino que bastará con el tiempo de terapia que recibe en el centro de estimulación temprana.

Así que este curso ha sido muy completito en todos los aspectos, estos ocho meses en la guardería ha crecido y evolucionado mucho, se lo ha pasado muy bien, han hecho muchas actividades y, en definitiva, ha disfrutado mucho de la experiencia. Además apenas ha enfermado, por lo que no se ha cumplido eso de que los niños de guardería lo pillan todo.

Ahora nos queda el veranito para descansar y a la vuelta de la esquina está el comienzo de una nueva etapa, la escolar, en el colegio que en su día elegimos para Iván pero que nos quedamos sin plaza, lo que nos servirá de prueba para comprobar si nos gusta más la metodología de ese centro o del colegio de Iván, y valorar si escolarizamos a ambos juntos en uno u otro.

Estoy muy orgullosa de mi pequeñita. De cómo ha trabajado superando sus dificultades. De ver lo simpática, dicharachera y a veces un poco cojonuda que es. De su carácter fuerte, que no se deja pisar por nadie. De sus juegos, sus ocurrencias, sus gracias y sus payasadas. Muero de orgullo y de amor, lo reconozco.

Y me doy cuenta de que, definitivamente, mi niña ha dejado de ser un bebé.


La amenorrea durante la lactancia: 32 meses sin menstruación y sus consecuencias

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Casi 3 años sin regla lalalá!!!!

Una de las virtudes que se prodigan de la lactancia materna es la  amenorrea, esto es, la ausencia de la regla. No hay un período de tiempo determinado y en esto, casi como en todo, cada mujer, cada cuerpo, es diferente. Hay madres que dando a sus bebés lactancia materna exclusivo el período les vuelve tras la cuarentena y otras que se pasan varios meses sin menstruar.


Yo me encuentro en el podríamos llamar "afortunado" segundo grupo. Con el mayor estuve la friolera de 20 meses sin regla postparto, sumando las 39 semanas de embarazo. Para colmo, a los 6 meses de regresar la menstruación me quedé de nuevo embarazada, por lo que su reaparición fue relativamente breve.

Tras tener a Antía mi amenorrea ha durado más de lo que me hubiera imaginado. He estado 32 meses sin regla más 39 semanas de embarazo. Es decir, desde octubre del 2007 hasta abril del 2014 solo he tenido la regla 6 meses consecutivos, el resto fue ausencia de regla total por embarazo o lactancia materna.

Ciertamente, la falta de regla puede parece maravilloso, y no lo voy a negar, lo es. Ya sabemos que la regla no es ese paseo entre nubes rosas, cantando felizmente mientras recogemos flores, no se yo de dónde se habrán sacado tanta felicidad los creativos de anuncios de compresas y tampones. La regla es una puñeta.

Y reconozco que yo lo he llevado de maravilla. Tomando las precauciones pertinentes para evitar un embarazo no deseado -que de eso de que dando el pecho no te quedas embarazada, mejor no fiarse-, se puede decir que tienes una preocupación menos.

Con Iván no llegué a echarla de menos y su vuelta fue normal. Coincidió con el adiós a la lactancia materna, conforme Iván dejó de mamar en cuestión de días estaba ahí y regresó normal, regulada y con mis ciclos de 28 días, sin más. Yo hasta entonces tomaba Cerazet, el anticonceptivo oral compatible con la lactancia materna, y tras pasar un ciclo retomé las pastillas que tomaba antes de quedarme embarazada y que durante 12 años me habían ido de maravilla, hasta que decidimos buscar a nuestra niña y dejé de tomarlas de nuevo.

Con Antía, como digo, la cosa se ha alargado más. Si bien nunca me puse fecha límite a nuestra lactancia, no imaginaba que se iba a prolongar tanto, y aquí seguimos con la teta, a punto de cumplir mi renacuaja los 3 años. Ergo, la amenorrea se ha prolongado durante más tiempo que en la lactancia de Iván: 32 meses para ser exactos.

Durante todo ese tiempo he tenido algún manchado puntual, tan puntual que a lo mejor era un día cada 6 meses, lo que para mi en ningún caso ha significado la vuelta de la menstruación. Pero en abril de este año se produjo el milagro: por fin algo que se parecía a la regla hacía acto de presencia.

Y no es que yo deseara que volviera, no. Pero reconozco que, bien y feliz, había algo que no me hacía estar en mi. Sumada al hambre y la retención de líquidos que me provoca la lactancia materna, sobre todo el revuelo hormonal que debía estar pasando, exteriorizado en forma de acné facial que ni en el peor momento de mi horrorosa adolescencia, me tenía fatal. Lo peor sin duda de estos meses sin regla ha sido lo mal que he tenido la piel de la cara, que con ningún tratamiento, crema, ungüento, limpieza facial, peeling ni cristoquelofundó me devolvía la piel a su estado natural.

La vuelta de la menstruación ha sido un caos total. Desde abril hasta junio he tenido la regla cada 15 días, parecía que se estaba riendo de mi en plan "¿Estabas contenta sin la regla, eh? Pues ahora te vas a enterar". Imaginaos, hago la maleta para irme al Madresfera Blogger´s Day,"¿Echo tampax? No, no me van a hacer falta, hace 15 días que me bajó la regla así que no toca". Pues toma. Hago la maleta para irme a la Party de Malas madres -lo se, aún debo la entrada con mi crónica- "¿Echo tampax? No, no me van a hacer falta, hace 15 días que me bajó la regla así que no toca". Pues toma. Tal que así como os cuento. Menos mal que siempre hay alguna amiga previsora y piadosa (gracias Lou) y que en Madrid está todo abierto hasta los domingos, festivos y fiestas de guardar.

A finales de abril tuve que ir a urgencias porque una tarde, al salir de la ducha, noté que expulsaba un pequeño coágulo gelatinoso y sanguinolento, algo que no me había pasado nunca en mis 23 años de vida fértil. Era sábado y no me parecía motivo de urgencia médica y decidí esperar al lunes para ir a mi médico de cabecera, siempre estaba a tiempo de ir al hospital si observaba algo más preocupante. Como no fue así el lunes fui a la consulta de mi médico, le expliqué lo que había pasado y me hizo un volante de urgencias por su pudiera ser un aborto espontáneo.

Así que me vi en el hospital, a las puertas del paritorio provisional (ya que el oficial estaba en obras) y finalmente me atendió el ginecólogo en una habitación habilitada como consulta. La habitación en la que me ingresaron cuando entré de parto para Iván. Casualidades. Tras realizarme un test de embarazo y una eco me confirmó que todo estaba correcto, que no había embarazo y que lo que tenía eran restos de tejido del endometrio que estaba volviendo a su normalidad tras tantos meses sin menstruación.

Como seguía tomando Cerazet, con el primer manchado en mayo decidí dejar de tomarlas para dejar que mi cuerpo volviera a su ser de manera natural, sin hormonas añadidas, a ver si por fin conseguía regularme, pero la regla volvió cada dos semanas hasta primeros de junio.

Hoy por fin me siento una mujer regulada. Me esperaba la regla hace 2 semanas y no apareció así que solo me quedaban dos posibilidades: embarazo o normalización de la menstruación. En ciclos normales hubiera descartado el embarazo porque soy muy regular y se cuándo son los días fértiles, pero estos tres meses de caos me han tenido loca. Aunque no he llegado a pensar que pudiera estar embarazada, era algo que estaba ahí. Pero me bastaba esperar a este fin de semana para saber si me había regulado o si me retrasaba, y si este retraso era fruto de la irregularidad del ciclo o de un embarazo.

¿Y ahora qué?. Pues ahora espero volver a la normalidad. Esperar un ciclo más sin anticonceptivos orales para ver si mi cuerpo se regula de manera natural, y pedir cita con planificación familiar para que me recomienden un anticonceptivo adecuado. Si de mi depende mi idea es retomar mis antiguas pastillas, aquellas que me regulaban como un reloj, con las que no tenía esos puñeteros dolores de regla y que me tenían el cutis como el culito de un bebé, las pastillas que me fueron de maravilla durante 17 años y que no me impidieron quedarme embarazada en cuanto las dejé.

Así que sí, no tener la regla puede parecer maravilloso, y en cierta manera lo es, pero también tiene sus inconvenientes. Y reconozco que estoy contenta, a pesar del ligero dolorcillo de riñones y las molestias en los ovarios, de volver a sentirme en mi cuerpo.


Un mes especial, una celebración especial, ¡Un sorteo especial!

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El mes de julio es, inevitablemente, un mes especial, quizás el más espercial del año, al menos para mi. Ni noviembre que es mi cumpleaños, ni diciembre con Nochebuena y enero con los Reyes Magos. El mejor mes del año es julio.

Fue en julio cuando me convertí en madre por primera vez, en julio nacieron mis dos tesoros, en julio me casé con el hombre de mi vida y padre de mis hijos.


Julio es un mes digno de celebraciones. Iván cumple 6 años, Antía 3 años y papá y yo 4 años de casados, entre todos hemos conseguido que julio sea el mes más entrañable y familiar de todo el año.

Y como este blog ha sido y es el fiel testigo de todos esos buenos momentos, me apetece muchísimo celebrar este mes tan especial aquí haceros partícipes de ello, ya que este blog no sería lo mismo sin quienes me seguís, más o menos, desde hace casi 7 años o desde hace poco, da igual. ¡Me apetece celebrarlo, y punto!



Y os preguntaréis cómo voy a celebrarlo. Pues con un regalito, ¡No podía ser de otra manera!, un sorteo que estoy segura que os encantará y con el que quiero celebrar no solo que me convertí en la mamá de los mejores hijos que podía desear, sino que ser madre me abrió las puertas a una nueva vida, personal y profesional, que gracias a la maternidad he descubierto una profesión maravillosa que disfruto día a día a través de Brazos y Abrazos.

Así que, para celebrar que hace 6 años que soy mamá, que hace 6 años nacía mi Príncipe y hace 3 años mi Princesa completaba nuestra pequeña familia, voy a sortear uno de mis portabebés ergonómicos favoritos, con el que he disfrutado -y sigo disfrutando- del porteo a tope con mis fierecillas, sobre todo con la peque, mi portabebés ergonómico favorito para el verano, una Bandolera de Bambú Lennylamb.

 

Para participar lo tenéis muy fácil. El único requisito es dejar un comentario al pie de este post haciéndome saber que queréis participar. ¡Ya está!

Si además os apetece que suban los fans, estaré encantada de que le déis a ME GUSTA en los botoncitos de abajo, pero no es una obligación. Eso sí, mis gracias por adelantado las tenéis y os aseguro que me hará muchísima ilusión ver cómo crecen l@s seguidor@s.


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Y si además te apetece, puedes compartir esta entrada para que participe más gente en el sorteo, en la red social que más te guste o más rabia te de: Twitter, Facebook, Google+. Al final del post, bajo el gadget de los post sugeridos,  encontrarás los botones para compartir en la red social que te apetezca.

Pues ya está. El sorteo estará vigente desde ahora mismo hasta elmartes 22 de julio, día en el que gracias a Sortea2 sabremos quién se lleva esta preciosa bandolera. Podéis apuntaros hasta el lunes 21 de julio a las 23:59 horas y el sorteo es válido para España peninsular, Islas Baleares y Canarias, Ceuta y Melilla.

Solo me queda animaros a participar y daros las gracias por seguir ahí y por compartir conmigo un momento tan especial. ¡¡¡MUCHA SUERTE A TOD@S!!!

Los miedos nocturnos: monstruos, bichos y otras criaturas feroces

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¿Quién no se ha despertado alguna vez muert@ de miedo en la cama, en mitad de la noche?. Sí, puede parecer algo muy de niños, pero de adultos estoy segura que a más de un@ le pasa. Que levante la mano si hay algún/a valiente en la sala.

Yo la primera. Hay noches que me despierto sin ser capaz de asomar un dedo fuera del colchón.

Pero de lo que vengo a hablar es de los miedos de los niños, sobre todos aquellos que asolan cuando se apaga la luz y toca dormir. Esos monstruos y bichos que parece que salen de debajo de la cama o tras la puerta entrecerrada del armario, que creeen que se los vayan a devorar con feroces dientes, esos que solo habitan en su imaginación pero que ellos ven como si se trataran de una realidad tangible. Y que bien podrían parecerse a esos adorables Monstruos S.A. que Pixar ha creado para que los niños se hagan amigos de estos seres profesionales del susto.

Qué majos, si hasta dan ganas de adoptarlos :)

De pequeña yo era muy, pero que muy miedosa. Recuerdo perfectamente que no me atrevía a ir al baño a oscuras porque juraba y perjuraba que en el pasillo había cocodrilos. Eso, con tres ó cuatro años, fijáos si me alcanza lejos la memoria. Es el miedo que recuerdo con más fuerza. Ese, y el que vino a eso de los 9-10 años cuando me dio por ver Pesadilla en Elm Street... hubo una época en que mis noches eran un infierno, daba por hecho que el señor Freddie Kruger estaba bajo mi cama y si asomaba un solo dedo fuera del colchón me desguazaría con sus cuchillos. Me quedaba arrebujada en el centro de la cama, tapada hasta las orejas, tanto que casi ni entraba el aire para poder respirar. Luego pensaba, tonta de mi, que en la peli atravesaba el colchón con los cuchillos, pero no, a mi solo me mataría si sacaba alguna parte de mi cuerpo fuera de la cama.

Iván no ha sido miedoso en ese aspecto. Aunque a día de hoy no quiere dormir solo, pero no es por un miedo a algo en especial. No ha sido niño de miedo a los monstruos o a los bichos. Su miedo era y es, precisamente, estar solo. Es un niño muy sensible que necesita mucho contacto y apego, su verdadero miedo es que nosotros le faltemos. Pero estando acompañado, no tiene miedo. Por eso es que ahora duerme con su hermana, más feliz que una perdiz.

Sin embargo Antía sí que nos ha salido miedosa. Le ha bastado hablar un poco para que los "monstos" entren en su vida y nos lo cuente. Ve monstruos en cada escondrijo, en cualquier lugar sin luz, y no se atreve a acercarse ni acompañada. Cuando menos te lo esperas te dice "Mamá, he estutao un ruido", con la mano ahuecada en la oreja y cara de misterio. "Cariño, no es nada, ha sido el viento", "¿El viento? No mami, ha sido un monsto", "no cariño, los monstruos no existen"; "sí existen mamá, yo lo he visto", " ah sí, ¿y como es?""es mu gande y mu feooooo y hace uuuaaaaahhhhhh". Entonces busca mi consuelo y se refugia en mi como si no hubiera monstruo que pudiera conmigo.

Hasta ahora estos miedos, estos monstruos, era algo anecdótico y casi enternecedor, ya que no era un terror atroz sino más bien una ilusión con la que hasta nos hemos reído. Como ya duerme en su cama, acompañada por Iván, no se suele despertar por la noche, y si lo hace, ella misma se baja y se viene a la cama, tan tranquila, o yo me levanto, la calmo y se vuelve a dormir, a veces sin necesidad de que yo me quedara allí. Algo que me sorprendía porque Iván no es capaz de dormirse solo -solo, sin nacie cerca- sin embargo una vez me acerco y la tranquilizo, le doy un besito y le digo que se dueram de nuevo, puedo irme porque se duerme.

Pero esta noche ha sido diferente. Mi niña ha gritado de terror, me ha llamado a gritos, no ha sido capaz de bajarse de la cama y cuando he ido a consolarla se me ha agarrado como si yo fuera una tabla de salvación. Tenía auténtico terror. Al llegar a su cama y cogerla en brazos le he preguntado qué le psaba y con un llanto entrecortado me decía "teno medo del mostro".

Intenté acostarla de nuevo pero no se me soltaba, seguía llorando y gritando y me pidió venir a mi cama. Así que me la llevé, sin dudarlo. Lo que no me esperaba es lo que sucedería luego.

Normalmente cuando se mete en la cama se acomoda a sus anchas y se duerme, sin más. Pero esta vez no ha sido así, se encogió, se abrazó a mi con una fuerza increíble y no quería separarse. Como hacía mucho calor intentaba separarla un poquito porque ella estaba empapada en sudor pero en cuanto me movía un centímetro volvía a llorar de pavor y a agarrarse como si alguien la fuera a arrancar de mi.

Le costó mucho volver a dormirse, se pasó una hora revolviéndose inquieta, sin separarse un milímetro de mi y con la respiración agitada. Estaba realmente asustada. Yo tampoco fui capaz de dormir y mi única reacción fue abrazarla fuerte y besarla para que se sintiera segura y protegida. Pobrecita, lo mal que lo ha pasa

¿Y por qué esta noche?. Pues me temo que por un hecho que sucedió ayer por la noche cuando salíamos de un centro comercial donde habíamos ido a que jugaran un rato en los hinchables. Cuando íbamos de camino al coche noté algo que volaba, pensé que era un pequeño murciélago, pero al momento Iván se clavó en el suelo diciendo "ayyyyyy, se ha posado algo en mi espalda" -tal cual, me ha salido redicho el niño- y ojiplática me quedé cuando vi que era un saltamontes tamaño mutante. Gañafote lo llaman en estos lares. Mi marido, que es Johnny de la Jungla, lo cogió con sus manazas y tuvo a bien posar con él.

ojocuidao con el bicho, y eso que papá tiene manazas enormes

Contemplación de saltamontes con distancia prudencial

El bicho era enorme. El mismísimo Hopper reencarnado en su homogéneo real, y si no atent@s al parecido, si hasta clavan la postura.



Hasta yo me cagué de miedo y aún siento repelús al ver la foto. Ay omá pero qué asco más asqueroso.
Creo que hasta yo tendré pesadillas con el puñetero gañafote. Uffff solo pensarlo me pica tó. Lo curioso es que Iván, que fue el que sufrió el acoso del saltamontes puñetero, está tan pancho. A toro pasado hasta dice que mola, así cualquiera.

Le he preguntado ahora a mi niña a qué tenía miedo esta noche y dice"he vito un oso polá blanco". Ahí es nada. Con lo adorables que parecen los osos polares, que dan ganas de achucharlos.Madre mía, qué le pasará por la cabeza a esta niña para que le de tanto pavor. Yo creo que por culpa del bicho se han despertado sus peores fantasías y de ahí la ensoñación.

Espero que esto haya sido algo aislado y pasajero, porque no me mola nada, pero nada, ver a mi pequeñita aterrorizada por algo que solo existe en su imaginación. Al menos me consuela saber que estar conmigo la tranquiliza.

Y vosotr@s, ¿habéis pasado por algo así?, ¿vuestros peques tienen pesadillas o sueñan con monstruos y bichos que los aterrorizan?, ¿ y qué hacéis en esos casos?. Estaré encantada de leer vuestras experiencias.


Sustos que dan los niños con los que aprendes una gran lección

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Este fin de semana hemos estado en la casa de veraneo del abuelo, un paraíso para los niños porque allí pueden correr, jugar, bañarse en la piscina y disfrutar con total libertad.

Pero por alguna extraña razón cada vez que vamos nos pasa algo. Es como si irnos allí fuera un gafe, porque los niños pueden pasar meses sin ponerse malos, sin una décima de fiebre, y allí pillar una gastroenteritis, amigdalitis o cualquier -itis puñetera que nos fastidie la estancia. Tal cual. El único bote de ibuprofeno infantil que he comprado desde que nació Antía lo tuve que comprar allí el verano pasado.

Llegamos el jueves y parece que allí se para el tiempo. No hay conexión de internet, no hay horarios, no hay prisas ni agobios. El paraíso. Los peques se levantan por la mañana, desayunan y juegan en el jardín esperando que abra la piscina, cuando abre disfrutan a tope bañándose en ella y jugando con otros niños de la urbanización, sobre las 14:30h nos vamos a comer y después una buena siesta para recuperar energías; por la tarde otro rato de piscina, ducha y a dar un paseíto o a jugar al parque.

Iván se ha soltado a nadar solo, por cojones narices, porque al muy salvaje y kamikaze le ha dado por tirarse de mil maneras, sin manguitos ni cinturón flotador, y tras sumergirse sale a la superficie con una sonrisa de oreja a oreja. Nos ha costado hacerle entender que tragar agua de la piscina es de todo menos bueno, porque le había cogido gusto el niño, pero ya sabe que el agua de la piscina solo es para nadar.

Salimos a dar un paseo al caer la tarde pero entre que papá tenía un ataque de gota, Iván decía que le dolía la pierna y Antía "mamá, cógeme que no puedo má", nos dimos media vuelta porque así se le quitan a una las ganas de pasear. Al llegar a casa Iván, que es como un gato, buscó sitio, se arrebujó en el sofá y se quedó frito. Sería las 10 de la noche.

A las 12 de la noche, ya en la cama, se despertó a lágrima viva diciendo que le dolía la pierna. Yo le miraba y no tenía nada, ni moratón, ni inflamación, podía moverla con normalidad pero venga a llorar porque le dolía. Y él rara vez se pone malo, rara vez se queja, con esos llantos debía dolerle de verdad. Y yo que no tenía nada para darle, en la maleta me traje todo menos medicamentos. Con suerte conseguimos ibuprofeno infantil gracias a un vecino, y fue realmente milagroso porque nada más tomarse el chupito se quedó dormido ipso facto. Creo que si le hubiera dado agua con azúcar diciendo que es un jarabe hubiese colado.

El sábado se levantó como nuevo, dándome las gracias por haberle dado el medicamento que lo había curado. Este niño es un amor y agradece todo, absolutamente todo, hasta lo que no debe agradecer, porque los cuidados de una madre no esperan un agradecimiento de vuelta. El caso es que como ya no le dolía nada fue un día normal, de juegos y piscineo. O especial, porque por la tarde nos visitó un amiguito del cole con su madre y su hermana pequeña, que es de la edad de Antía.

Echamos la tarde en la piscina y luego nos fuimos al parque para que los peques siguieran jugando. Como a Iván le encanta el minigolf aprovechamos para ir a una terraza que tiene una pequeña pista y alquilan los palos muy baratito, así que papá se fue con los niños al minigolf y las mamás nos sentamos junto al parque infantil vigilando a las niñas, que jugaban en las casitas.

Cuando ya estábamos a punto de irnos llegó papá con los niños e Iván accidentado, se había llevado un palazo en el ojo. Digamos que su cabeza se interpuso en la trayectoria del palo mientras su amigo daba un golpe a la bola, pero el golpe se lo llevó, afortunadamente, la ceja de Iván. Digo afortunadamente porque faltó nada para que el golpe se lo hubiera llevado el ojo y no la ceja, y eso sí hubiera sido grave. Suerte que le dio de refilón y se le inflamó el párpado superior, nada escandaloso, aún así nos tuvimos que ir a la farmacia porque tampoco tenía arnica a mano, mientras le ponía hielo bajo un pañuelo para calmar el golpe.

El domingo lo tenía algo inflamado pero poca cosa, podía seguir haciendo día normal, así que fue otro día de relax, juegos y piscineo. Aunque amaneció nublado a medida que avanzaba el día iba abriendo el día y por la tarde hacía más calor que los días anteriores. Así que estuvimos casi toda la tarde en la piscina, alternando los chapuzones y baños con los descansos al sol en la toalla.

Al final de la tarde, a punto de irnos de la piscina, fue cuando nos llevamos el gran susto. Iván se estaba dando el último baño con su padre y yo estaba en la toalla con Antía, ya le había quitado los manguitos porque no se quería bañar más y la estaba secando. Estaba con otra mamá de la urbanización cuyas niñas tienen la misma edad que mis niños, y ella también las estaba secando. Ella se encontraba justo entre el cesped y la loseta blanca del borde de la piscina y yo estaba a un par de metros sentada en mi silla. Antía andaba jugueteando por allí, yo no dejaba de vigilarla a pesar de estar hablando con la otra mamá, y como su hija estaba con ella, la mía colocó justo detrás de su madre, en el borde blanco de la piscina, con lo cual la tenía perfectamente localizada.

Mi sorpresa fue cuando papá me pregunta por ella, le digo "está ahí detrás de M" y de repente veo que no está. No me lo podía creer porque estaba ahí mismo, la acababa de ver, pero no estaba. Así que al indicarle a papá él miró en ese lugar pero dentro de la piscina, y Antía estaba dentro, sumergida. En cuestión de segundos la había sacado y ya estaba fuera.

Yo sigo sin entender que pasó. Evidentemente se cayó, pero solo alcanzo a pensar que justo se cayó en algún movimiento involuntario mío, yo que se, mirar a los ojos a la otra madre o mover la cabeza por el sol, no lo recuerdo, pero fue un momento en el que se cayó sin yo verla.

Por fortuna cuando papá la vio en el agua ella estaba con los ojos abiertos, la boca cerrada y haciendo el esfuerzo por llegar a la superficie. El hecho de saber defenderse en el agua con los manguitos, de haberse sumergido antes con ellos y salir a flote, le ayudó a saber reaccionar. Ni siquiera tragó agua, conforme papá la sacó y la puso de pie en el bordillo ella se apartó el pelo de la cara y se vino a mis brazos.

Curiosamente durante esa tarde la otra mamá y yo habíamos estado hablando del ahogamiento secundario, ese artículo que circula de manera viral por las redes. Está claro que no se puede hablar de nada, porque pasa. El socorrista, que tampoco la vio porque estaba recogiendo la sombrilla, vino a observarla por si daba algún síntoma de ahogamiento, y tras pedirme disculpas por no ver la caída, me dijo que la niña estaba bien.

Así que, aún sabiendo que estaba bien porque solo había que verla, para ella fue una ahogadilla como otra cualquiera, me la llevé al consultorio para que la vieran, y allí me dijo la médico que estaba perfectamente, que su respiración era normal, no había agua en las vías respiratorias y que nos podíamos ir tranquilas.

Antía me contó lo que le pasó, se agachó para llenar de agua un muñeco de goma y se cayó, supongo que porque asomó la cabeza y ésta, con el contrapeso, le hizo perder el equilibrio. Ya sabe, y yo más, que nunca, pero nunca, debe acercarse a la piscina sin los manguitos. Aunque estemos nosotros delante vigilantes al 100%. Hasta en un pestañeo, un estornudo, puede suceder una desgracia.

Así que, con el susto en el cuerpo, y pese a ser unos padres vigilantes que estamos pendientes en todo momento y no nos confiamos del "no va a pasar nada", hemos aprendido una lección muy importante.

- No hace falta un largo tiempo para que suceda algo peligroso. Bastan unos cuantos segundos para que un accidente pueda ser una tragedia.
- Nunca hay que confiarse: siempre puede pasar algo cuando menos nos lo esperamos.
- Nunca hay que perder la atención: cualquier distraccion puede ser fatal.
- Nunca hay que dejar a los niños solos: jamás, bajo ningún concepto, somos su mayor protección.
- No está de más tener un analgésico-antitérmico a mano cuando se va a pernoctar fuera de casa, por muy sanos que sean tus hijos. Y más si no vas a tener una farmacia de guardia cercana.
- No está de más saber de antemano dónde están las farmacias más cercanas y su horario, porque suelen hacer falta en el peor de los momentos.
- Nunca, nunca, nunca, has de pensar que a ti no te va a pasar.

Es inevitable que los niños se caigan, se hagan daño, nos llevemos algún susto porque en su afán por descubrir el mundo, sus propias capacidades, posibilidades y límites, está el tropezar, el caer y el levantarse. Es parte de la infancia, del aprendizaje. Pero hay situaciones que sí se pueden evitar.

Somos conscientes de que lo que pasó pudo tener consecuencias muy graves, y aunque la niña ya no se acuerda, nosotros no lo olvidamos. Prefería que no hubiese pasado pero, como de todo se aprende, me lo tomaré como una sabia lección para que, mientras de mi, de nosotros, dependa, no vuelva a suceder.

¡Mi Pequeña Princesa cumpe 3 años!

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(Esta entrada comienza el 17 de julio del 2014...)

Llevo todo el día nostálgica. Un 17 de julio hace 4 años estábamos recién llegados a Venecia para comenzar nuestra luna de miel, un viaje precioso e inolvidable del que guardo muchos recueros y arrastro una gran morriña. Un 17 de julio de hace 3 años, justo un año después, curiosamente, mientras pensaba en los preparativos del cumpleaños de Iván, rompía aguas y mi embarazo llegaba a su fin.

Hace 3 años a estas horas estaba en pleno parto, a punto de conocer a mi princesa, a esta niña que me tiene loca desde entonces. Estos tres años han pasado volando, el tiempo es así de puñetero y si bien parece que enlentece cuando deseas que algo ocurra ya, es presto y veloz cuando quieres disfrutar de los mejores momentos y experiencias de la vida.

Antía, sin duda, ha completado nuestra vida. Era la pata que le faltaba a nuestra pequeña familia para estar equilibrada. Con ella no solo estamos a la par sino que hemos cerrado un círculo. Puede que quepan más, pero desde luego sin ella no sería lo mismo.

Antía es esa niña que me tiene enamorada desde el día que nació. Es esa niña que robó el corazón de papá desde el momento que la vio. Es esa niña que se ha convertido en la mejor compañera de su hermano mayor, Iván, ese que nos dice que su hermana es el mejor regalo que le hemos hecho en su vida.

Antía es esa niña que nos alegra la vida con sus ojos, con su sonrisa, con sus ocurrencias, con sus traversuras, es esa niña que jamás pasa inadvertida, esa niña que llama la atención allá donde va y hace que todo el mundo gire la cabeza por mirarla, por guapa y por simpática.

Antía es mi niña, mi preciosa niña que me tiene loca, que me inundó de amor desde el momento que la tuve sobre mi pecho, me ha dado tres años maravillosos y me facina ver cómo ha crecido, y como ese bebé se ha convertido en toda una señorita...

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Echo la vista atrás y se me han pasado tan rápido estos tres años que no me lo puedo creer. El bebé que fue ahora es un bello recuerdo, parece que fue ayer pero a la vez parece que fue hace tanto... Añoro muchísimo esa sensación de fragilidad, darle mi protección a ese bebé indefenso, esa total dependencia hacia mi que me hacía sentirme la persona más importante del mundo... Me ha regalado una maternidad maravillosa que me ha permitido disfrutarla intensamente.

Pero a sus tres años, pese a lo resuelta, espabilada, pizpireta y en ocasiones -más de lo que quisiera- desafiante, sigue necesitando mis brazos para refugiarse, mi regazo para consolarse, mis besos para calmarse y curar sus heridas. Tiene mamitis y, aunque a veces me queje de que no se separa de mi, en el fondo me enorgullezco de saber que soy lo más importante en su vida. Es el lado egoísta de la maternidad, lo se y lo reconozco: me gusta sentir que para mis hijos yo soy su referente, su pilar, el centro de sus vidas.

Lo que no me imaginaba es que íbamos a llegar a los tres años con la lactancia materna. Nunca me puse límites pero tampoco tenía claro hasta cuándo iba a durar. Y no será ahora cuando me los ponga. Para mi esos pequeños momentos siguen siendo muy importantes, esos instantes me devuelven al bebé que un día fue y no los cambio por nada.

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"Mi niña, tengo que las gracias por dejarme aprender de ti, por haberme regalado una maternidad tan maravillosa, por habérmelo puesto tan fácil pero, sobre todo, gracias por dejarme ser tu madre y hacerme la vida tan feliz."

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PD: Hoy, como no, no puedo evitar ver de nuevo el video de mi parto, no puedo evitar emocionarme y recordar todas las sensaciones de un momento tan especial. Lo comparto en este post pero, al igual que el año pasado, en unos días, no se cuándo, lo quitaré....




¡Mi niño cumple 6 años!

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Siempre pensaré que el cumpleaños del primer hijo es una doble celebración. Porque el día que nace tu hijo una nace como madre, y cada año que tu hijo cumple años es inevitable sentir que tú también cumples años en tu vida de madre.

Hoy mi niño cumple 6 años. Ese bebé que se dio prisa por nacer, que me regaló un parto maravilloso, que me hizo conocer el amor más grande, puro, incondicional y desinteresado. Ese amor que me desborda el pecho cada vez que lo miro, que lo abrazo, que pienso en él.

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Entiendo el amor de verdad desde que soy madre, y entiendo que solo daría mi vida por mis hijos, que son lo más grande. Ser madre me ha hecho brotar el lado más generoso y entregado pero también el más egoísta y posesivo. Todo por mis hijos, solo por y para mis hijos, porque ellos son más que mi vida.

Mi niño cumple años y ya queda muy atrás ese bebé que fue. Pero no me importa, aunque el tiempo pasa inexorable y no hay vuelta atrás, verlo crecer está siendo algo tan gratificante y tan maravilloso que, aunque quisiera que el tiempo pasara más lento para disfrutar aún más de cada etapa de su vida, me siento inmensamente feliz y orgullosa de verlo hacer se persona.

Mi niño que nació pelón y ahora tiene una mata de pelo que para mi lo quiero y que acaricio con más placer casi que a mi gato. Mi niño, con unos ojazos que le ocupan toda la cara y que te lo dicen todo. Esos ojos que lo mismo expresan felicidad total, que me hacen chantaje emocional igualito que Gato con Botas, esos ojos que me expresan su miedo y su inseguridad o su total tranquilidad. Mi niño, ese que si digo "ains, cuánto me acuerdo de cuando eras un bebé y te dormías sobre mi"me responde "lo se, mamá, y me sigue encantando hacerlo". Y es verdad, adora dormirse en mis brazos y a mi que lo haga, no puedo evitarlo.

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Si tuviera que definir con una palabra a mi hijo, lo tengo claro: ESPECIAL. Podría atribuirle muchos calificativos que sin duda los tiene: guapo -soy su madre, qué voy a decir-, cariñoso, alegre, simpático, generoso, inteligente... Podría seguir hasta el infinito porque soy su madre y todos los adjetivos son pocos. Pero sin duda es especial, y eso es algo que no veo solo yo.

Especial por sumanera de querer, por su manera de demostrarlo, por cómo necesita querer y ser querido, necesita tanto recibir cariño como darlo. Por suindependencia dependiente, es un niño resuelto y valiente pero siempre necesita tenernos cerca, necesita nuestros abrazos, necesita nuestra presencia. Por su empatía, cómo es capaz de entender los sentimientos ajenos, ponerse de igual a igual. Por su sensibilidad, cómo le afecta que alguien se pueda sentir mal o sea "diferente" por algún motivo. Iván es muy especial y es algo que me encanta. Es diferente y me resulta encantador.

Si tuviera que destacar una cualidad... las he dicho arriba, ¡tiene muchas! pero me encantan su generoridad y su capacidad para perdonar. No hemos tenido que enseñarle a compartir, antes de pedirle ofrece, piensa en los demás más que en sí mismo, le gusta ser justo, y si le pides uno, te da dos, aunque ello signifique renunciar a lo suyo. Y esto es algo que en cierta medida me da sentimiento, el ver que prefiere dar algo aunque se quede sin ello con tal de que otro no se sienta mal por no tenerlo. Una cualidad que, si bien no tienen muchos niños, por desgracia tampoco la tienen muchos adultos.

Y su capacidad para perdonar, de la que estoy aprendiendo muchísimo. Seguramente influya el hecho de que yo le pido perdón sin vergüenza ni reparos, siempre he tenido clarísimo que se predica con el ejemplo y a mi no me importa pedirle perdón si me he tropezado y le he hecho daño sin querer, o si le he reñido por algo que no he hecho. Mi niño lo perdona todo, y sufre mucho cuando hace algo, pide perdón y se encuentra una negativa por respuesta.

Mi niño hoy cumple 6 años. Nos acordaremos mucho de este cumpleaños. Hace 3 años tuvimos que aplazar su celebración porque su hermana decidió nacer ese día. Este año también hemos tenido que aplazar la fiesta, que era hoy, porque la varicela ha tenido a bien aparecer para fastidiarnos la semana. Pero no pasa nada, mi niño está estupendamente, la varicela ha pasado de manera leve pero su cuerpo, ya tenemos nueva fecha para su fiesta -y la de su hermana- y hoy soplaremos las velas en familia, que no es poco.

Tengo la sensación de que pronto mi niño podrá leer estas lineas. Lee muy bien, y seguramente no habrá leído este blog porque yo no se lo he propuesto. Quizás el objetivo real de este blog esté cada día más cerca.

Cuando ese momento llegue, cariño, quiero que sepas que no solo te quiero más que a mi vida, que lo sabes porque te lo repito hasta la saciedad, y que estoy muy orgullosa de ti. No por lo que vas consiguiendo a medida que creces, sino por cómo eres. Estoy orgullosa de ti por el simple hecho de ser tú. Estoy orgullosa de ser tu madre, y espero que algún día de verdad entiendas este orgullo que me desborda.

Gracias por enseñarme a ser mamá, para lo bueno y lo menos bueno.

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Y ahora me voy a acabar de preparar tu tarta de cumpleaños, esa de chocolate que se que te comerás hasta la última miga, porque te chifla el chocolate. Y sí, se que estás medio enfadado porque no te he dejado prepararla conmigo... Pero la decoraremos juntos.



PD: como parece que corre la leyenda de que en los blogs solo se habla de la maternidad hasta los 3 años, sobre todo cuando son bebés, no os preocupeis: aquí hay tema para rato, como mínimo hasta que mis hijos se vayan a la universidad.

PD2: sí, son casi las 12 de la noche y hasta ahora no he podido publicar la entrada, pero a cambio hemos pasado una tarde genial con una fiesta de cumpleaños familiar improvisada, y ya sabéis que estas fiestas son las mejores.


Resultado del sorteo cumpleañero

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En primer lugar os debo mil disculpas por no celebrar el sorteo a tiempo. No me esperaba que la varicela tuviera a bien aparecerse en semejante fecha, y eso ha trastocado todos mis planes, sumado a motivos laborales inesperados.

Pero vuelta a la normalidad -o eso espero-, lo primero que he hecho es el sorteo, que ya me estaba quemando tenerlo pendiente.





Como hay nombres repetidos y para que haya mayor transparencia, he enumerado a las participantes para evitar confusiones:

1 Silvia
2 Jennifer Marquez Guerra
3 ishtar
4 Virginia Acevedo
5 Saseta Verónica
6 Andrea Ferrer
7 sassenach
8 Tamara
9 unamamabloguera
10 Cristina Peña
11 MissYue87
12 AlbaFarah
13 un detalle original
14 LaSa Ls
15 ana maria Ramos
16 Monica Rodriguez
17 dibujosdenube
18 Stef Any
19 Diana Artigas
20 Solomillito De Rana
21 Mª Angeles
22 Cris
23 Eli Cáceres
24 María
25 cris
26 Elisabeth Marquez
27 Mamá desde un tercero
28 mamanueva
29 Susana
30 Ally
31 ALMA
32 Elena
33 Opiniones incorrectas
34 Piruli
35 Mariloli Parejo
36 LAURA
37 planeandoserpadres LTR
38 Marina Palma
39 diasde48horas
40 Thais Pintado
41 Almudena GM Menuda Manada
42 Cinta P
43 Yeya
44 Rocio Gallego
45 Rosana Valenzuela
46 Ana Fernández
47 Eva SkullsRocknBabies
48 Lou
49 elisa garcia ruiz
50 angiepor4
51 Raquel
52 Bedabita
53 Andrea Sánchez Veigas
54 mamiadri
55 Rosa Martín
56 Verónica Ortiz
57 Rocio Campo
58 Tus patucos y mis tacones
59 Annie74
60 Amalia
61 Rakelo
62 aitziber
63 Marta García
64 Ensanchando Pulmones
65 Izaya Iglesias
66 Yaiza
67 Mi duende y yo
68 AMF
69 Diamar
70 Ati Telo Viadesi
71 María Solana
72 Estela Santos
73 Elena Pontón de Aguilar
74 Gema
75 Patricia Delgado
76 mara carbonell
77 anagigi
78 Manoli CarPa
79 Ana Isabel Sanmartín Martín
80 Neli Cunell
81 Mama gnomo
82 Querido bebé dos puntos
83 Marina Gozalbo
84 Silvia Tomé
85 creciendoconnuestrocachorro
86 Sweet Valentina
87 Juliete
88 Mónica
89 Ayu
90 Aida Cocho
91 usumai
92 Laura
93 Silvia Gómez
94 bea

 
Así que sin más, la fortunada ganadora de la bandolera Lennylamb de bambú es ...







¡¡¡Muchísimas felicidades!!!

En breve nos pondremos en contacto para concretar el envío. Muchísimas ganas a todas por participar -y digo todas porque no hay un solo hombre apuntado- y espero que haya muchas más ocasiones para celebrar.

Cuando la abuela se pone enferma

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Al hablar de maternidad, crianza e hijos, centramos el objetivo en los padres y, de manera egoísta, en la exclusividad de la madre. Madres que queremos poder con todo y queremos llegar a todo solas y sin ayuda.

Pero se sabe que una madre con ayuda no es que sea mejor madre, pero seguro que lleva adelante esto de la crianza mejor que si lo hace todo en solitario. Ahí entra la figura del padre -muchas veces inexistente- que debería asumir las funciones de crianza al mismo nivel que la madre, y la siempre inestimable ayuda de los abuelos.

Que la abuela es un pilar fundamental en nuestra familia es innegable. Mis hijos solo tienen -por desgracia- una única abuela, mi madre, a la que quieren con locura. La abuela es ese comodín que hace que la mesa de mi familia no cojee. Es la que siempre está para todo, incondicionalmente. Es la que me permite conciliar realmente mi vida familiar con la profesional.

Cuando me surge algo que me obliga a salir de la tienda en horario de trabajo es mi madre la que me echa una mano y se queda allí. Esto suele suceder cuando tengo que hacer algún tipo de gestión, si toca médico, si hay algún acto escolar, lo que sea, mi madre me permite ausentarme del trabajo sin tener que cerrar la tienda.

Pero ¿Qué pasa cuando esa persona que está ahí para todo, no está?.

La abuela está enferma. No es nada grave, afortunadamente y al menos de momento, pero lleva varios días con una dolencia que nos tiene día sí y día también en el hospital, de día o de madrugada, el dolor no avisa. Y yo soy también un pilar en mi familia: soy la que toma el mando, la que toma decisiones, la que echa p'alante con todo.  Además, ni mis padres ni mi hermano tienen coche ni carnet de conducir, por lo que los obligo a avisarme a la mínima porque me niego que mi madre se tenga que ir a urgencias en un taxi. También me niego a que sea mi marido quien la lleve a urgencias.
Y sí, soy esas de las que cuando dicen "solo un familiar por enfermo" no tengo que decir nada, mi padre y mi hermano fuera, soy yo la que se queda con mi madre.

Mi madre es incombustible. Es pequeñita y puede parecer frágil, pero es de esas que ya le tiene que doler algo para que se le note, para doblegarse. Es de las que está doblada de dolor y tienes que preguntarle si le duele porque no lo exterioriza. Es de las que aún le quedan ganas de reirse con un chiste cuando la acucia el peor de los dolores. Yo soy la que le cuenta el chiste, siempre intentado sacar una sonrisa en los peores momentos.

Y nosotros vamos a trompicones. Si ella es la que me cubre, tanto en la tienda como con los niños,  cuando yo tengo algo que hacer, cuando ella se convierte en mi ocupación todo cambia. El resultado es que no puedo atender la tienda porque yo quiero estar con ella en el hospital. Papá no puede quedarse en la tienda porque al no tener abuela, no tenemos con quien dejar a los niños. Y, obviamente, si tengo que elegir entre cerrar la tienda o dejar a los niños solos, la segunda no es ni planteable.

No dependemos de la abuela pero es tan importante en nuestras vidas que su ausencia puntual se nota. Yo arrastro horas de cansacion y trabajo acumulado, pero si deseo que se recupere no es por poder descansar, es porque me mata la impotencia de verla soportar tanto dolor y no poder aliviarla.

Con el día a día y sabiendo que siempre está ahí, seguramente no llegue a valorar en su justa medida todo lo que la abuela hace por nosotros, lo importante que es en nuestras vidas. Cuando falta es cuando me doy cuenta de que sin ella nuestra vida no sería igual.


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