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Mocos, ¿Qué hacemos con ellos?

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Los mocos suelen ser el principal caballo de batalla en los primeros años de nuestros hijos. De repente un día asoman por sus naricillas y entonces parece que ya no se van a ir nunca, y la lucha por que los mocos desaparezcan se hace eterna.

Creo que se en general se les tiene más miedo de lo que en realidad son. Vale que son un coñazo y que no gusta nada ver a un niño todo el santo día con los velones colgando, pero hay papás y mamás que el tema mocos es ya pura obsesión.

Voy a hablar, como siempre, desde mi propia experiencia, sin intención de sentar cátedra ni dar a entender que lo que yo hago es lo mejor o lo correcto. Ni mucho menos. Cada uno tenemos nuestra manera de hacer las cosas y todos los papás y mamás hacemos siempre lo que creemos que es mejor para nuestros hijos.

Con Iván hemos sufrido mucho el tema de mocos. Hemos pasado resfriados, bronquitis y principios de neumonía. He pasado noches enteras incorporándolo para que pudiera respirar, días y días con el pañuelo en la nariz a cada minuto, he limpiado vomitonas por los propios mocos atascados en la garganta. Hemos probado gotas, jarabes, mucolíticos, antihistamínicos, inhaladores, corticoides y toda una serie de medicamentos que así escrito parece exagerada en un solo niño.

Iván es muy malo para tomar medicamentos. Cuando digo muy malo es que había que prácticamente inmovilizarlo para poder darle un jeringazo o cucharada de algo, con el más que probable riesgo de que lo escupiera en cuanto le dejábamos libre. Sí, el momento de darle un medicamento siempre ha sido realmente traumático: llantos, forcejeo, a sabiendas de que es por su bien pero haciéndole pasar el peor de los momentos.

Uno de los productos que te recomiendan como imprescindible para combatir los mocos es el aspirador nasal, el comúnmente llamado sacamocos. Sí, ese artefacto que se introduce en sus pequeñas fosas nasales y que, aspirando como si te los fueras a tragar tú misma, hace que los mocos salgan al pequeño depósito, dejando limpia así la naricita de nuestros peques. Te lo venden como un imprescindible, algo que no debe faltar en la canastilla de nuestro bebé.

Yo lo he usado con Iván, abocada por esa necesidad creada. Y ha sido un auténtico fracaso. No digo que no sea efectivo, pero en nuestro caso, lejos de ayudar, se convirtió en un instrumento de tortura. Iván lo veía y ponía cara de horror, empezaba a llorar y a agitarse en un total gesto de huida, y mi mayor temor era hacerle daño al intentar aspirar, pues pese a que intentábamos que no se moviera, era imposible mantener su cabeza inmóvil sin hacerle daño. Así que, tras sufrir en más ocasiones de las deseadas, decidimos olvidarnos de él y no volver a usarlo.

El suero fisiológio o el agua de mar nos han ido mejor. Tampoco le hace demasiada gracia pero parece que la administración es más rápida, antes de que le de tiempo a protestar ya le hemos dado la dosis y sí, luego lloraba, pero al menos no hemos tenido que someterlo a la tortura del sacamocos.

Con Antía no hemos usado jamás el sacamocos, y el agua de mar o suero fisiológico en contadas ocasiones. Con un segundo hijo la experiencia previa parece que nos hace el camino más fácil.

Hace mucho que con Iván no uso nada y con Antía solo en contadas ocasiones. Y sí, mis hijos tienen mocos, ¿Y qué?, no los dejo con las velas colgando, se los limpio y listo. Puede que nadie se lo crea, pero desde que no usamos nada Iván no ha vuelto a enfermar, y Antía hasta el día de hoy tampoco.

Creo que en esto, como en otras muchas cosas, se nos crean unas necesidades y unos miedos que no son del todo reales. Sí, los mocos pueden ser un foco de infección, pero nos olvidamos de lo que son realmente, un mecanismo natural de defensa creado por nuestro propio cuerpo, para que los virus y bacterias se queden ahí, bien pegaditos a ellos y no lleguen a otros órganos causando -itis más complicadas. 

Esto es una teoría mía, pero creo que si nos dedicamos a mantener unas fosas nasales impolutas sin necesidad de ello, les estamos dando vía libre a todos esos bichillos malignos, y después viene lo que viene. No me refiero a intervenir cuando el moco bloquea las vías respiratorias e impide respirar con normalidad, sino a el hecho de usar el sacamocos y el suero fisiológico o el agua de mar por sistema, desde el nacimiento, como una rutina diaria totalmente imprescindible. Si impedimos que el cuerpo desarrolle su sistema de defensa, ¿Cómo vamos a pretender que nuestros hijos no enfermen?.

Por eso yo a mis hijos no les "trato los mocos" como una patología, igual que no trato la tos o la fiebre. No al menos mientras no sea algo que que dificulte su actividad normal. Si tienen mocos se los limpio y además les enseño a que lo hagan ellos mismos; Antía coge ella solita el pañuelo y se los limpia, con lo pequeña que es; A Iván hace tiempo que le enseñamos a sonarse los mocos para evitar que se le acumulen.

Si el moco pasa a mayores entonces sí les aplico el agua de mar y hago que se suenen lo máximo posible. Y aumentamos la ingestión de líquidos, los baños de vapor, incluso si puedo me los llevo a la playa; la playa es maravillosa, aunque sea pleno verano y no haya mocos, es llegar allí y empezar a brotar por sus naricillas, no hace falta que se metan en el agua y les de una ahogadilla - a Iván le encanta -, solo con la simple humedad del ambiente el moco sobrante sale al exterior.

No creo en la eficacia de mucolíticos y expectorantes, y no creo que cargar a un niño de medicamentos sea la mejor opción. Al menos a nosotros no nos han servido, la última vez que Iván fue al pediatra privado nos recetó un largo tratamiento preventivo porque se avecinaba un invierno con mucha bronquitis y yo no compré ni uno solo de los medicamentos. Eso fue hace 2 años y, dos años después aquí estamos, sin bronquitis y habiendo tomado solamente antitérmico en alguna que otra ocasión puntual.

Las veces que Antía ha ido al control del niño sano (para lo único que ha ido al pediatra) siempre me han dicho que tenía mocos y tenía que limpiarla para que no pasara a mayores. Prescripción de sacamocos y gotas que no hemos usado y es obvio que no era necesario porque, con mocos, ni ha pasado a mayores ni hemos tendido ningún tipo de problemas más allá de que de vez en cuando se pase la lengua sobre el labio para probar a qué saben.

El aspirador nasal ni lo uso ni lo recomiendo, al menos no como uso habitual y continuado. Creo que antes de usar el aspirador nasal se pueden hacer otras muchas cosas como las que os he explicado anteriormente; e incluso en caso de que el moco se complique no creo que sea útil, pues cuando el moco se complica es porque se ha desplazado a las vías respitarorias altas o bajas (oído-garganta-pulmones) y dudo mucho que el aspirador nasal sea capaz de alcanzar dichas zonas (y si fuera así creo que haría más daño que bien). Al menos en nuestro caso cuando lo hemos usado no nos ha solucionado nada, aunque también se que hay mamás y papás defensoras de él porque en su momento les ha venido muy bien. Como digo, cada uno tenemos nuestra experiencia y en base a la mía es lo que puedo decir.

Yo recuerdo mi infancia siempre enferma, para todo el antibiótico por delante, recuerdo que caía cada dos por tres con amigdalitis y venía el practicante a mi casa a pincharme la penicilina. Para mi es una experiencia traumática, recuerdo dolor, mucho dolor, mucho llanto, los peores momentos de mi vida de niña. Y no quiero que mis hijos tengan un recuerdo así.

Evidentemente que cada mamá y papá hace lo que mejor cree conveniente con sus hijos, siempre buscamos su bien. En nuestro caso NO TRATAR LOS MOCOS es lo que nos está funcionando y me apetecía compartirlo como alternativa a lo que normalmente se recomienda.

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