Se que vengo tarde pero no quería dejar de hacer mi aportación a la Semana Internacional del Parto Respetado.
Para quien se pregunte qué tiene de importancia reivindicar algo así, diré que si bien lo importante es el resultado final, es decir, que nuestro hijo nazca sano y sin complicaciones, la manera de hacerlo también lo es. Porque no es lo mismo tener un gran y feliz recuerdo que tener la vivencia de una experiencia traumática. Porque no es lo mismo sentirte respetada y tratada como una mujer que se encuentra en un momento único en su vida que sentir que pasan por encima de ti como si tu vida no importara de nada. Porque estamos preparadas para parir y necesitamos acompañamiento, no intervencionismo. Porque la intervención es bienvenida siempre que sea necesaria, no cuando sea conveniente a cuestiones ajenas al parto.
Porque nuestros bebés se merecen venir al mundo de la mejor manera posible.
Mi primer parto fue respetado, respetadísimo; por un matrono que dejó que mi marido y yo viviéramos en intimidad ese momento tan especial; por un matrono que me hizo creer que yo podía parir; por un matrono que me ayudó a hacerlo sin más instrumento que sus manos.
Jamás tendré palabras de agradecimiento suficientes hacia él, porque no solo me ayudó a traer al mundo a mi hijo de la manera más natural y respetuosa, me dio la confianza necesaria para saber que, llegado de nuevo ese momento, podría hacerlo igual de bien.
Mi segundo parto fue respetado, respetadísimo; excepto durante un breve tiempo en el que alguien creyó que yo solo era un bulto que tenía que acatar sus normas. Presenté un plan de parto respetuoso - conmigo misma y con los profesionales-, me dejaron tranquila pese a haber roto aguas, esperando que todo se iniciara de manera natural, nadie vino a molestarme, nadie quiso "acelerar" el proceso. Solo cuando pasé a dilatación viví un momento de tensión por una matrona que pensaba que yo estaba exagerando y que se creyó con el derecho de tratarme como si fuera una niña pequeña, incluso faltándome al respeto, matrona que tuvo que callarse cuando vio que estaba dilatada ya de 5cm. Afortunadamente yo no dejé que me mal-tratara y por suerte acudió otra matrona, la que guió mi parto de una manera excepcional. No sin antes enterarme de que "la otra" me había pinchado algo sin informarme, algo que además me estaba sentando mal: buscapina.
Por suerte la matrona que me acompañó al parto fue maravillosa. No hizo nada, se limitó a preguntarme qué necesitaba y estar ahí, a mi lado. Me facilitó un sillón donde sentarme a dilatar tranquilamente, me facilitó el óxido nitroso, me facilitó la silla de parto, me vio pujar, me acompañó a paritorio tras preguntarme dónde prefería parir y una vez allí ayudó a nacer a mi niña al ritmo de mi cuerpo. Y así, de una manera tan sencilla, tan tranquila, tan silenciosa, vino mi niña al mundo.
He querido compartir este vídeo para enseñar que se puede parir sin intervencionismo, sin epidural, sin episiotomía. Que el respeto del profesional que nos atiende puede cambiar el curso de nuestro parto. No soy una superwoman y sí, parir duele, vaya que si duele, no os creáis que soy inmune al dolor porque en ese momento deseaba que me rajaran en canal. Pero si de algo me siento orgullosa es de haber sido consciente de mi parto, del momento en el que me encontraba, de encontrar en el dolor la fuerza de darle vida a mi hija, de pensar que cuanto mejor lo hiciera antes nacería mi hija, menos sufrimiento para ambas. Porque el dolor de parto es un dolor fisiológico que cesa totalmente en el momento en el que el bebé sale, mi mantra era "cuanto mejor lo haga antes nace, antes deja de doler".
Lo dejaré solo un par de días porque para mi es algo muy íntimo y personal que no quiero que esté en la red por siempre, pero creo que puede hacer bien ver lo bonito que puede ser un parto respetado.
Para quien se pregunte qué tiene de importancia reivindicar algo así, diré que si bien lo importante es el resultado final, es decir, que nuestro hijo nazca sano y sin complicaciones, la manera de hacerlo también lo es. Porque no es lo mismo tener un gran y feliz recuerdo que tener la vivencia de una experiencia traumática. Porque no es lo mismo sentirte respetada y tratada como una mujer que se encuentra en un momento único en su vida que sentir que pasan por encima de ti como si tu vida no importara de nada. Porque estamos preparadas para parir y necesitamos acompañamiento, no intervencionismo. Porque la intervención es bienvenida siempre que sea necesaria, no cuando sea conveniente a cuestiones ajenas al parto.
Porque nuestros bebés se merecen venir al mundo de la mejor manera posible.
Mi primer parto fue respetado, respetadísimo; por un matrono que dejó que mi marido y yo viviéramos en intimidad ese momento tan especial; por un matrono que me hizo creer que yo podía parir; por un matrono que me ayudó a hacerlo sin más instrumento que sus manos.
Jamás tendré palabras de agradecimiento suficientes hacia él, porque no solo me ayudó a traer al mundo a mi hijo de la manera más natural y respetuosa, me dio la confianza necesaria para saber que, llegado de nuevo ese momento, podría hacerlo igual de bien.
Mi segundo parto fue respetado, respetadísimo; excepto durante un breve tiempo en el que alguien creyó que yo solo era un bulto que tenía que acatar sus normas. Presenté un plan de parto respetuoso - conmigo misma y con los profesionales-, me dejaron tranquila pese a haber roto aguas, esperando que todo se iniciara de manera natural, nadie vino a molestarme, nadie quiso "acelerar" el proceso. Solo cuando pasé a dilatación viví un momento de tensión por una matrona que pensaba que yo estaba exagerando y que se creyó con el derecho de tratarme como si fuera una niña pequeña, incluso faltándome al respeto, matrona que tuvo que callarse cuando vio que estaba dilatada ya de 5cm. Afortunadamente yo no dejé que me mal-tratara y por suerte acudió otra matrona, la que guió mi parto de una manera excepcional. No sin antes enterarme de que "la otra" me había pinchado algo sin informarme, algo que además me estaba sentando mal: buscapina.
Por suerte la matrona que me acompañó al parto fue maravillosa. No hizo nada, se limitó a preguntarme qué necesitaba y estar ahí, a mi lado. Me facilitó un sillón donde sentarme a dilatar tranquilamente, me facilitó el óxido nitroso, me facilitó la silla de parto, me vio pujar, me acompañó a paritorio tras preguntarme dónde prefería parir y una vez allí ayudó a nacer a mi niña al ritmo de mi cuerpo. Y así, de una manera tan sencilla, tan tranquila, tan silenciosa, vino mi niña al mundo.
He querido compartir este vídeo para enseñar que se puede parir sin intervencionismo, sin epidural, sin episiotomía. Que el respeto del profesional que nos atiende puede cambiar el curso de nuestro parto. No soy una superwoman y sí, parir duele, vaya que si duele, no os creáis que soy inmune al dolor porque en ese momento deseaba que me rajaran en canal. Pero si de algo me siento orgullosa es de haber sido consciente de mi parto, del momento en el que me encontraba, de encontrar en el dolor la fuerza de darle vida a mi hija, de pensar que cuanto mejor lo hiciera antes nacería mi hija, menos sufrimiento para ambas. Porque el dolor de parto es un dolor fisiológico que cesa totalmente en el momento en el que el bebé sale, mi mantra era "cuanto mejor lo haga antes nace, antes deja de doler".
Lo dejaré solo un par de días porque para mi es algo muy íntimo y personal que no quiero que esté en la red por siempre, pero creo que puede hacer bien ver lo bonito que puede ser un parto respetado.